En momentos de sobresalto, como durante un sismo, en México es común escuchar la recomendación de comer un bolillo. Más que un simple dicho popular, esta práctica tiene fundamentos científicos que la respaldan.
Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explican que el consumo de pan, frutas o lácteos puede ser beneficioso para mitigar los efectos del estrés. Cuando se experimenta un susto, el cuerpo libera adrenalina, generando una producción excesiva de jugos gástricos. Al comer un pedazo de pan, especialmente un bolillo, se facilita la absorción de estos jugos, ayudando a calmar el organismo.
Además, el bolillo tiene un componente psicológico que lo vincula con la estabilidad emocional. Su textura esponjosa y su bajo contenido de azúcar lo convierten en una opción ideal para lidiar con situaciones de ansiedad. Esto se debe a que es más ligero y se digiere con mayor rapidez que otros tipos de pan, como galletas o pasteles.
MÁS ALLÁ DEL PAN
Sin embargo, el bolillo no es la única solución. Eduardo Calixto, profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM, señala que también existen otros alimentos que pueden ser útiles tras un susto. Las frutas y verduras, ricas en fibra, así como los lácteos como la leche y el yogur, poseen propiedades que ayudan al organismo a recuperarse y normalizarse después de un episodio de alta tensión.