Los robots sexuales ¿son malos para la salud?
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Los robots sexuales ¿son malos para la salud?

Una investigación realizada por científicas británicas cuestiona los beneficios de las relaciones íntimas entre humanos y máquinas; el estudio se enfocó en cuatro interrogantes


Los robots sexuales ¿son malos para la salud? | El Imparcial de Oaxaca

CIUDAD DE MÉXICO

Como bien sabes, desde hace algunos años, la tecnología ha avanzado a pasos agigantados llegando a todos los ámbitos de la vida del ser humano, incluyendo la sexualidad.

Aunque desde hace ya varias décadas existen las ‘muñecas sexuales’ en la actualidad no se comparan en nada con lo que eran antes, simples ‘mujeres’ de plástico sin expresión facial.

Aunque en la industria del sexo la tecnología lleva mucho tiempo existiendo con gadgets destinados a saciar lo que empezó como un recurso natural para perpetrar la especie y que antropológicamente hemos transformado en una necesidad individual desligada a la procreación, hoy en día los ‘instrumentos’ de ‘nueva generación’- por así llamarlos- hablan, tienen gestos, tocan música y bueno, son más entretenidos.

Aunque los robots sexuales fueron creados como un remedio a la soledad, una reciente investigación científica realizada por científicas británicas cuestiona los supestos efectos benéficos de las relaciones íntimas entre humanos y robots.

Las autoras del estudio, Chantal Cox-George y Susan Bewley, realizaron una extensa búsqueda bibliográfica para recopilar los argumentos a favor y en contra de la industria tecnología para tratar de evaluar las potenciales implicaciones para la salud de sus consumidores.

La investigación se enfocó en cuatro interrogantes clave sobre los robots sexuales:

  1. Si promueven un sexo más seguro frente a las enfermedades de transmisión sexual.
  2. Si ofrecen potencial terapéutico para individuos con disfunciones sexuales.
  3. Si pueden ayudar a tratar a los pedófilos y a otros delincuentes sexuales.
  4. Si producen un impacto en las normas sociales en cuanto a la objetivación del cuerpo femenino.

Aunque intentaron escarbar en lo más profundo del tema no encontraron suficiente evidencia para responder a las interrogantes planteadas.

Así que no dudamos que la industria de la tecnología al servicio del placer sexual -que ya se estima en unos 30 millones de dólares-, continúe expandiéndose de manera inevitable, generando un futuro abaratamiento de los precios de este tipo de productos.

Ante esta perspectiva, las autoras llamaron a la comunidad científica a investigar más a fondo este campo.