Lo que en un primer momento parecía un autoatentado contra su propia vida, pronto fue desenmascarado como un feminicidio. La mañana del jueves 24 de abril, el cuerpo sin vida de una mujer fue hallado dentro de una vivienda en la colonia San Isidro Poniente, en el corazón de la región Mixteca de Oaxaca. La víctima, identificada como H.A.R.S., presentaba una herida de arma de fuego y claros indicios de que alguien trató de encubrir su asesinato.
La escena del crimen intentó contar otra historia. Pero las pruebas forenses y los primeros peritajes revelaron lo contrario: hubo intervención de terceros y un intento deliberado de simular que la víctima había acabado con su propia existencia. Una estrategia recurrente en muchos feminicidios, que busca reducir la gravedad del delito y desviar la atención pública.
UNA REALIDAD QUE SE REPITE CON IMPUNIDAD
Este caso no es aislado. En México, la simulación de suicidios para encubrir feminicidios se ha convertido en un patrón preocupante, alimentado por un sistema judicial lento, instituciones debilitadas y una sociedad que aún normaliza la violencia contra las mujeres. A pesar de los esfuerzos por atender estos crímenes con perspectiva de género, la justicia llega tarde —si llega.
La víctima fue encontrada en su hogar, un espacio que debería representar seguridad, pero que en muchos casos se convierte en el escenario final de violencia machista. Lo más alarmante, además del crimen, es la intención de ocultar la verdad, un doble acto de violencia que pretende borrar incluso la posibilidad de exigir justicia.
“El simple hecho de querer hacer pasar un feminicidio como suicidio es en sí mismo un reflejo brutal del sistema: desinformar, desviar, desproteger”, opinó una activista local consultada por este medio.
INVESTIGACIÓN ABIERTA, PERO ¿HABRÁ JUSTICIA?
Aunque se han iniciado líneas de investigación claras y se espera el resultado de estudios periciales para confirmar cómo ocurrieron los hechos, la comunidad de Huajuapan exige que no haya impunidad. Además, que el caso no se sume a la larga lista de feminicidios que terminan en el olvido o en carpetas mal integradas.
El hecho ha encendido una vez más las alertas en la Mixteca. Una región que ha sido históricamente silenciada en temas de violencia de género, pese a que acumula casos graves que rara vez llegan a la atención nacional.
VIOLENCIA QUE NO CEDE: MÁS QUE CIFRAS, SON VIDAS
En Oaxaca, los feminicidios no son una excepción. Son parte de una epidemia silenciosa, que día tras día cobra víctimas, muchas de ellas sin justicia. La impunidad en estos casos es una de las principales razones por las que la violencia persiste: los asesinos saben que difícilmente serán castigados.
Este caso también evidencia la necesidad de protocolos más firmes, personal más capacitado y decisiones judiciales más valientes. No basta con aplicar “perspectiva de género” si esta se queda en el discurso. Se necesita voluntad política y recursos. Pero, sobre todo, un compromiso real con la vida de las mujeres.
UNA MUERTE QUE NO DEBE OLVIDARSE
H.A.R.S. tenía nombre, historia, familia. Su vida no puede ser reducida a un expediente más. Su muerte violenta, disfrazada de suicidio, debe movernos a exigir acciones contundentes, justicia pronta y castigo ejemplar para quien o quienes resulten responsables.
Mientras tanto, la sociedad civil y organizaciones feministas han comenzado a organizarse para exigir una investigación transparente y sin simulaciones. Con la intención de que la justicia no se ahogue en el silencio.