El silencio del dolor solo fue roto por los sollozos, las oraciones y el canto triste del viento entre flores en Tezoatlán Segura y Luna. Este miércoles 23 de abril, decenas de personas acompañaron entre lágrimas y rezos el último adiós a las seis víctimas de la tragedia ocurrida en un pozo en este municipio de la región Mixteca.
La Parroquia del Señor de la Capilla se convirtió en el punto de encuentro para familiares, vecinos y amigos que aún no logran asimilar el drama vivido el lunes pasado, cuando seis personas perdieron la vida en un intento desesperado por salvarse unos a otros.
Seis féretros, seis vidas truncadas, cargados por brazos solidarios, recorrieron en procesión las calles del pueblo. La escena fue conmovedora: hombres y mujeres del pueblo caminaban cabizbajos, algunos con flores en las manos, otros sosteniendo veladoras encendidas.
UNA TRAGEDIA QUE SACUDIÓ CORAZONES
El sepelio fue el desenlace doloroso de una tragedia que aún estremece a la comunidad: el pasado lunes, un hombre cayó accidentalmente al interior de un pozo propiedad suya. Su hijo intentó rescatarlo, pero tampoco pudo salir. En un acto de valentía, dos policías municipales y un ciudadano más descendieron también, pero fueron vencidos por los gases tóxicos que se acumulaban en el fondo.
La comunidad aún no encuentra consuelo. La escena del sepelio fue descrita por muchos como “uno de los momentos más tristes que ha vivido el pueblo en años”. En los rostros de quienes acudieron, se reflejaba no solo el duelo, sino también la impotencia ante lo que fue, para muchos, una muerte evitable.
EL MENOR QUE SOBREVIVE, UNA ESPERANZA ENTRE LA PÉRDIDA
Durante la ceremonia, hubo también palabras por el menor de edad que sobrevivió, aunque en estado crítico, tras participar en los intentos de rescate. El joven, hospitalizado desde el lunes, permanece con daño cerebral severo por inhalación de monóxido y dióxido de carbono. Su nombre fue mencionado con esperanza en las plegarias del sacerdote y la comunidad.
“Hoy despedimos a nuestros hermanos, pero no debemos perder la fe. Sigamos orando por ese niño que todavía lucha por su vida”, expresó el párroco durante la misa.
UNA COMUNIDAD UNIDA EN EL LUTO
La tragedia ha dejado una profunda marca en Tezoatlán. Aunque no es la primera vez que la comunidad se enfrenta a la pérdida, pocas veces el dolor colectivo ha sido tan agudo. Los nombres de las víctimas se repetirán por largo tiempo en las conversaciones, en las aulas, en las cocinas, en las plazas. Eran vecinos, compañeros, padres, hijos. Eran parte de todos.
Después de la misa, los cuerpos fueron llevados al panteón municipal, donde fueron sepultados en un emotivo acto lleno de simbolismo y respeto, rodeados por familiares que prometieron honrar su memoria y exigir que hechos como este no se repitan.
La tierra cobijó los cuerpos, pero el pueblo aún abraza sus recuerdos. En Tezoatlán, el luto será largo. Porque cuando el dolor es compartido, también se convierte en memoria viva. Y en esta comunidad mixteca, la memoria es resistencia.