• Al Momento
  • Opinión
  • Video
  • Al Momento
  • Opinión
  • Video
opinion

TRANSPARENCIAS

BRICIA YOLANDA ARAGÓN VALDIVIA

Reflexiones sobre migración

Al pensar en migraciones nos remitimos irremediablemente a movimiento, movilidad le dicen ahora, esa movilidad se da en la naturaleza de manera orgánica, con la finalidad de satisfacer determinadas necesidades. Pienso entonces en los animales que migran, como las mariposas monarca que justo están llegando a nuestro país y que los pueblos purépechas los relacionan simbólicamente con la llegada de los espíritus de los muertos, pues coincide con el inicio del mes de noviembre en que se recuerda a quienes ya se fueron de esta tierra. Sinnúmero de especies migran ya sea para aparearse, para buscar comida, o un mejor clima.

La especie humana no ha sido la excepción en este ir y venir; desde las épocas más antiguas el ser humano se ha movido de un lugar a otro para buscar la satisfacción de las más básicas necesidades como comida, abrigo, agua, decidiendo quedarse justamente donde había esos cuerpos de agua que le permitieron la pesca y luego, al descubrimiento de la agricultura, el alimento cultivado, domesticado.

La historia sagrada de la cultura judeo-cristiana señala que por mandato divino el pueblo judío fue condenado a ser migrante (el concepto “judío errante” se desprende de ahí) por haber desobedecido a Dios. Pero otras culturas, como la azteca ya mencionan la gran migración del pueblo desde las cuevas de Aztlán para fundar lo que hoy se sabe fue la gran Tenochtitlan. Por otra parte, Oceanía, se pobló también gracias a una gran oleada migratoria desde el sureste asiático.

De alguna manera, los primeros españoles en nuestro territorio americano también fueron migrantes, en busca de nuevas tierras (exploradores, pero al final, migrantes) que luego de establecerse alentaron la creación de una nueva cultura, de una fusión que hoy llamamos mestizaje.

Precisamente la fusión, el mestizaje, el encuentro entre culturas es uno de los elementos de estudio que me parecen muy interesantes, más allá de las razones por las cuales migran las personas, pues las causas particulares las conocemos: razones económicas, políticas, religiosas, bélicas, pero creo que todas ellas van encaminadas a la búsqueda del ser humano de una mejor vida, lo que sea que ello signifique en cada caso particular.

Los organismos internacionales se han encargado de categorizar esa búsqueda, esas causas y sus resultados; hoy por hoy tenemos resultados visibles globalmente

porque gracias a la inmediatez de los medios de comunicación sabemos de los flujos de personas, su origen y destino y las condiciones emanadas de esos flujos de manera social, así como también la proyección de las futuras oleadas migratorias. En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), los Índices de

Desarrollo Humano (IDH) entre otros, califican y dan seguimiento a las condiciones de los seres humanos con calidad de migrantes.

En el México contemporáneo el flujo migrante dio inicio con el programa bracero

que buscaba solventar la necesidad de cultivo de campos norteamericanos mientras ese país tenía participación en la segunda Guerra Mundial, muchas personas atendieron el llamado y fueron a los Estados Unidos a trabajar y desde ahí surgió esa posibilidad de migrar hacia el norte.

Creo que cada vez nos toca más de cerca conocer la experiencia migrante; en mi caso, casi la mitad de mi familia materna, que tiene su origen en el Bajío de nuestro país, se fueron buscando mejores condiciones de vida en los Estados Unidos de lo anterior tengo datos desde la década de los años setentas, de hecho, mi abuelo materno vivió y trabajó durante casi 20 años en los Estados Unidos como parte del programa bracero que mencioné antes.

En el caso de mi familia paterna, con origen oaxaqueño, algunos parientes se han ido a los Estados Unidos, pero este fenómeno se dio a mediados de los años ochenta, casi en los años noventa, que es cuando se generaliza un poco más en nuestra entidad; es decir, en Oaxaca el migrante es un fenómeno que se origina de manera tardía, respecto al que se da más al norte de México.

La experiencia de oaxaqueños en los Estados Unidos ha permitido el surgimiento de una fusión cultural, como ejemplo está Santa Ana del Valle, cuyos migrantes originarios de esa población, la gran mayoría asentada en Nueva York, replican de manera casi literal la fiesta de su pueblo en esa ciudad. Las variantes son adecuaciones que los oaxaqueños tiene que hacer debido a que no encuentren los materiales o los elementos nativos y adoptan los que tienen a mano; aunque cabe destacar que ellos llevan de su pueblo todo o casi todo, para la celebración de esa fiesta que es el 26 de julio de cada año, día de Santa Ana.

La migración, sin duda es un fenómeno que ha permitido la creación de nuevas fusiones culturales, aunque en su proceso tiene tintes dolorosos como la falta de justicia, el rechazo racial y social, la persecución, el abandono de las propias raíces, la violencia, la pobreza, la inserción en un nuevo lugar geográfico luego de grandes dificultades para llegar a un destino casi siempre incierto.

El mundo entero vive hoy oleadas de migrantes en todos los continentes, personas que buscan una mejor condición de vida y que huyen de aquello que en su propia tierra no les está permitido.

Será muy interesante ver hacia dónde se inclinan los gobiernos de ahora en adelante en relación a este fenómeno, pues el nuestro es un gobierno nuevo y el de nuestro vecino del Norte también lo es y ya sabemos, por experiencia anterior, la satanización que se ha hecho de nuestros hermanos mexicanos y latinoamericanos que buscan en el país vecino cumplir el sueño americano. Al mismo tiempo, habrá que estar atentos a las acciones que tomen los organismos internacionales para brindar protección a los desplazados de sus países.

Notas Relacionadas

EDICIÓN IMPRESA


Recibe todos los días a primera hora en tu casa u oficina las noticias del momento.