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TRANSPARENCIAS

Precisiones conceptuales

No hace ni un mes de la toma de posesión de la nueva presidenta y tal parece que un cúmulo de acontecimientos se han precipitado en el país. Pareciera que la agenda de crisis está saturada para este gobierno, pues en el tema de la seguridad los frentes abiertos son muchos; que si Sinaloa, que si Guanajuato, que si Chiapas, que si otros estados en donde no alcanza a mirarse con lupa lo que de verdad acontece en ese mismo tema de inseguridad. Y luego la presidenta lo minimiza a una cuestión de términos, ya que, dice, no se trata de terrorismo lo que ocurrió en Guanajuato con los coches-bomba, y Harfush la secunda al definir terrorismo como las acciones derivadas de una cuestión ideológica o religiosa.

La RAE define el terrorismo como “la dominación por el terror. Sucesión de actos de violencia para infundir terror. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”; es decir justo lo que vivieron los habitantes de Acámbaro, Guanajuato la semana pasada cuando de madrugada estallaron dos coches-bomba en esa población, creando eso: terror entre la gente.

Señalan los analistas que la violencia se generaliza en el país desde Sinaloa hasta Chiapas. En el primer estado, Sinaloa con una violencia desde hace más de 45 días y el último estado, Chiapas en donde el pasado domingo fue asesinado el sacerdote Marcelo Pérez. La desaparición de ese líder espiritual y activista social por los derechos humanos es un ataque a un símbolo de paz de esa zona por su labor como intermediario en los conflictos entre comunidades enfrentadas por antiguos problemas de tierras y por su resistencia al crimen.

Cabe destacar que en su último pronunciamiento del padre Marcelo, en septiembre pasado, señalaba que Chiapas es una “bomba de tiempo” y que, si no se toman medidas, “va a estar sometido, esclavizado, al crimen organizado”. El resultado es de todos conocido.

Es innegable que en Chiapas hay mucha tensión por los ataques y provocaciones que ya obligaron al desplazamiento de 15,000 personas, muchas de las cuales han preferido irse a Guatemala, pero muchas otras no se tienen datos del rumbo que tomaron.

Por parte de la autoridad priva un silencio en torno a los hechos de violencia en el país, sin embargo, los ataques a personas visibles en las comunidades, ponen de manifiesto la situación que se vive. Aunque luego las declaraciones de personajes públicos dejen entrever la sospecha de que las víctimas pudieran haber estado vinculadas con el crimen organizado, esas declaraciones revictimizan a quienes ya no tienen una vida para defenderse.

En medio de la violencia en el país y de la poca capacidad de respuesta de la autoridad por la falta de coordinación entre niveles de gobierno surgen también las confrontaciones entre los poderes Ejecutivo y Judicial, y la Fiscalía general y locales, lo anterior como resultado de la aprobación a la reforma al Poder Judicial. Asimismo, ha sido conocido de todos, la aprobación del carácter de supremacía constitucional en modo fast track y con aplanadora por parte de Morena y sus aliados. Me pregunto: ¿No era la Constitución de suyo una ley suprema? ¿No nos dijeron en la primaria que no había una ley por encima de nuestra Constitución Política? ¿Entonces?

Bueno, en esta semana la presidenta se ha comprometido a aclarar nuestras dudas conceptuales a propósito del terrorismo que dice que no es lo que se vivió en Guanajuato; ¡ah! también abordará el concepto de “crimen organizado” para aclararnos qué significa este concepto o qué debemos entender por ello en nuestro país. Con suerte en unos días más también nos ilustre sobre temas constitucionales y sobre la connotación negativa que atribuyen al término supremacía algunos analistas, al ser relacionado con la supremacía nazi, o con los supremacistas blancos.

Por lo pronto, la inacción de los gobiernos estatales, ponen de manifiesto carencias del gobierno federal al momento de atender de manera coordinada y positiva los diferentes frentes abiertos que existen en el país, mostrando con ello incapacidad, la cual no disminuirá tratando de negar la existencia de focos de violencia y tratando de presentarlos como hechos aislados.

Además de lo anterior, ese vacío institucional y el torpe manejo de la agenda de crisis, comienza a poner en riesgo esa necesidad de la nueva presidenta de conquistar sus propios márgenes de autonomía frente al control ejercido por su antecesor durante su mandato.

Todo lo mencionado antes es sólo sobre seguridad y enfrentamiento entre poderes, pero aún están pendientes temas como la economía, esa que golpea el monedero de quien lleva el pan a casa y que se da cuenta con desazón, que cada día su dinero alcanza para menos, pues la escalada de precios es constante.

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