Tollan y Toltecas
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Opinión

Toltecáyotl

Tollan y Toltecas

 


En el planeta existen seis civilizaciones, las más antiguas y con un origen autónomo y que son los cimientos de la civilización humana. En efecto, Egipto, Mesopotamia, India, China, Tawantinsuyu y Anáhuac, son las civilizaciones Madre.

Cada civilización desarrolló una estructura epistémica. Este conjunto de conocimientos y sabiduría generalmente están basados en un arquetipo, un símbolo de los más elevados anhelos del ser humano.

Así tenemos a Zoroastro, Krisna, Buda, Cristo, Confucio, en el Anáhuac tenemos a Quetzalcóatl, como el múltiple símbolo de la sabiduría, el equilibrio y el camino de la virtud. 

En torno a cada uno de estos arquetipos se crearon sistemas de pensamiento que explican la razón de la existencia humana y ofrecen un camino o una respuesta al problema ontológico del ser. Así tenemos el zoroastrismo, el hinduismo, el budismo y para el Anáhuac, es la Toltecáyotl.

La civilización del Cem Anáhuac floreció desde Alaska hasta lo que hoy se conoce como Centro América, su nombre se traduce en lengua náhuatl, -la lengua franca del Norte del continente-, como, “los que viven eternamente juntos entre las grandes aguas”. 

La civilización del Cem Anáhuac, es una sola, por múltiples y diferentes pueblos que la conforman, y que se viven en esta basta extensión de tierra, pero todos unidos por una misma matriz de conocimiento llamada Toltecáyotl. Nuestros Viejos Abuelos por milenios vivieron la unidad en la diversidad en torno a una misma matriz de conocimiento.  

Las instituciones y los conocimientos de los toltecas conforman la Toltecáyotl. Una sabiduría que se inicia con la creación del maíz en el Valle de Tlacolula, Oaxaca, hace diez mil años, desarrolla los primeros cuatro niveles de la pirámide de desarrollo humano anahuaca, es decir, los sistemas de: alimentación, salud, educación y organización en el periodo llamado Preclásico y representado por la cultura olmeca.

La Toltecáyotl alcanza el nivel más alto de su desarrollo, del año 200 aC. al 850 dC. Fueron mil años de plenitud epistémica en los que se logra culminar el vértice superior del desarrollo humano de la sabiduría anahuaca con los tres niveles superiores de la pirámide: La maestría de la conciencia del ser histórico, la maestría de la conciencia de la sacralidad de la existencia, y finalmente, el mayor logro humano posible: la maestría de la conciencia del ser energético. El máximo logro de los toltecas.   

Los toltecas fueron las mujeres y los hombres que dedicaron toda su vida a pulir su espíritu a través de una rigurosa y exigente enseñanza, que los llevaba a emprender la lucha más difícil que un ser humano pude enfrentar: la lucha contra sí mismo. Estas personas a temprana edad comenzaban como “cazadores de conocimiento”, para ello, debía templar su cuerpo y su espíritu, para convertirse en guerreros de la muerte florecida, sus armas fueron “flor y canto”, su aliado el Tezcatlipoca Negro, como el “enemigo interior”.

Estos guerreros a lo largo de decenios de arduos estudios y prácticas extremas, alcanzaban la totalidad de sí mismos, guiados por los venerables maestros en los Tollan, llamados tlamatinime o nahual. Tolteca, es entonces, el símbolo del “mejor artífice”, la persona que logra el control total de su cuerpo físico y su conciencia energética.  

En efecto, todas las civilizaciones ancestrales, en el nivel más alto de su conocimiento y sabiduría, buscaron regresar al principio y con convertirse de nuevo en Luz. Esta es la razón por la cual se encuentran muchas similitudes en las filosofías de los pueblos ancestrales y, sobre todo, el testimonio material de su búsqueda representado en la construcción de lo que llamamos pirámides. 

La civilización del Cem Anáhuac, al igual que las civilizaciones de Egipto o Mesopotamia, buscaron el mismo logro humano. Por ello, al igual que todas las civilizaciones tuvieron su sabiduría llamada Toltecáyotl, sus centros de estudio e investigación llamados Tollan, y, desde luego, sus hombres y mujeres que se esforzaron hasta el límite impensado por convertirse en energía consciente, llamados toltecas.