Después del Covid… humanizar el futuro
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Después del Covid… humanizar el futuro

 


La pandemia “tocó la Santa Bárbara” de la economía mundial, afectando duramente la estructura del mundo moderno, que se basa en la producción, distribución y consumo de miles de millones de objetos y servicios que son superfluos y llegan a ser dañinos, no solo al consumidor, sino también a las personas que laboran en su producción y desde luego a la naturaleza que está siendo expoliada más allá de su capacidad de recuperación. 

El Dr. Ramón Grosfoguel afirma que el capitalismo salvaje no es solo un sistema económico, sino esencialmente es una civilización. En efecto, en menos de 70 años las formas de vida, las relaciones entre los seres vivos, la enajenación y la deshumanización, la depredación de la naturaleza, el empobrecimiento de gran parte de la población mundial y la contaminación ambiental han alcanzado límites jamás pensados. Al ritmo en que iba el sistema mundial, que, por más reuniones y acuerdos de las grandes potencias para detener la destrucción planetaria, esta iba aumentando aparentemente sin posibilidad de detenerse. La inercia de esta locura era imparable hasta que llegó la pandemia y de súbito la economía casi se ha detenido. 

A pesar de los estudios y las predicciones de la locura humana, en la cual se afirma que, así como íbamos destruyendo y contaminado, la vida humana como la conocíamos, no podía mantenerse más de 50 años. Cada año la riqueza mundial se concentra en un menor número de personas, por consiguiente, la pobreza cada día alcanza a millones de habitantes del planeta. El nivel de consumo y desperdicio de las economías más ricas del planeta crece y la contaminación por la producción de los bienes y servicios para una minoría trae consigo la pobreza, la enfermedad y la desesperanza de millones de personas. 

Doscientas empresas trasnacionales han sembrado la pobreza, la enfermedad y la contaminación en el planeta. Las formas más perversas y deshumanizadas para hacer dinero sobre los seres humanos se han puesto en marcha en los últimos 50 años. La alimentación se convirtió en un lucrativo negocio, en base a la destrucción de la agricultura tradicional y el desarrollo de la agroindustria con sus pavorosos mono cultivos, la contaminación del medio ambiente, el despoblamiento de las zonas rurales y, por consiguiente, la concentración de mano de obra barata y consumidores de comida chatarra en los cada día más grandes cinturones de miseria, que viven en torno a los centros urbanos con mayor capacidad de consumo. Las empresas productoras de alimentos procesados , bebidas y alimentos chatarra, que están perversamente diseñados, no solo para enfermar a los consumidores, sino para hacerlos adictos a estos venenos, han dañado severamente la alimentación tradicional de los pueblos. No solo los hace más pobres y los enferma, sino que los hace adictos a estas drogas tóxicas disfrazadas de comida rápida y barata.  

La salud se ha convertido en un lucrativo negocio a partir de que el alimento que ingieren los seres humanos es nocivo a la salud, lo que hace un círculo perfecto; unas empresas trasnacionales dedicadas a la alimentación los enferma y otras empresas trasnacionales dedicadas a la medicina aparentemente los cura de un mal y les crea otros peores. El negocio no es la salud, por el contrario, es la enfermedad a partir de intoxicar y alentar la adicción, tanto a los alimentos como a las medicinas.  

La educación también se ha convertido, no solo en un negocio, sino fundamentalmente en el medio para deshumanizar y alinear a las futuras generaciones para que vivan para alimentar el sistema sin pensar y protestar. Al igual que la salud, la educación se ha ido privatizando a través de destruir las instituciones y la esencia de sus objetivos. La educación cada día se ha enajenado, su objetivo es solo instruir para un supuesto mercado de trabajo inexistente, y se han suprimido los valores y principios en la formación de seres humanos íntegros, equilibrados y consientes. La educación en la que tanto invierten tiempo, dinero y esperanza los padres de familia es un fraude, porque deshumaniza a sus hijos y cada día el mercado de trabajo se reduce y se hace más explotador y mezquino. La educación es un fraude.

Esta pandemia ha detenido al sistema y estamos viendo que las actividades no esenciales de la vida humana se están derrumbando. Después del Covid tendremos que cambiar el mundo y nuestra forma de vivir para poder tener futuro, esa puede ser la lección. 

 


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