El tiempo de ayer… se acabó
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Toltecáyotl

El tiempo de ayer… se acabó

 


Algunas personas piensan que llegará una fecha próxima, en la que se “levanten” las restricciones del Covit-19, y que, la vida seguirá como había venido sucediendo. Eso es imposible, el mundo “de ayer” se acabó para siempre. Estamos entrando al principio del fin “de ese mundo” o al principio de un nuevo mundo.

Esta cuarenta nos ha debido servir para ver lo ficticio y superfluo que es la vida que nos ofrece la Modernidad, como una panacea de felicidad, plenitud y realización. Todo se derrumbó. Hemos visto como nuestra vida y nuestro mundo solo estaba concentrado en el dinero, en el consumo y en el trabajo.

En efecto, no somos un homo sapiens, sino un homo económico, el dinero es la esencia y la razón de la existencia. El dinero sobre todas las cosas, obtenerlo a cualquier precio y sacrificando todo, y hagamos lo que hagamos, siempre nos hará falta, porque siempre queremos más y más, es como una droga.

Y es con el dinero que podemos consumir. Consumo luego existo, esa es la premisa social. Cuanto tienes y consumes, cuanto vales y eres. Nuestro mundo se ha llenado, se ha saturado, de todas las cosas que compramos y no usamos. Nuestros espacios están saturados de porquerías grandes y pequeñas, que, en verdad ni necesitamos, ni deseamos, pero siempre nos gana el impulso de comprarlas para llenar nuestro vacío y la permanente infelicidad.

Y en el aburrido, tedioso y frustrante trabajo. En este sistema no se trabaja por gusto, vocación o pasión, se trabaja por necesidad, se trabaja por dinero. La gente “se alquila”, es decir, alquila su tiempo-vida, para obtener dinero y poder “realizarse”. Pareciera que la realización humana está en el dinero y no en el trabajo. Esta es la razón por la cual no se es productivo y siempre se está frustrado.

En síntesis, amable lector, vivimos para hacer ricas a otras personas. No vivimos para nosotros mismos. No vivimos para hacer lo que siempre deseamos hacer, lo que siempre quisimos hacer. Nos alquilamos a otros para recibir un poco del dinero que producimos por nuestro trabajo.

Todavía en diciembre, ni remotamente hubiéramos pensado que el mundo se detendría como lo ha hecho, y digo el mundo, porque el mundo es la economía, y la economía se ha parado. Y cuando analizamos qué es lo prioritario e imprescindible en la economía, descubrimos que es muy poco. El dinero y la producción fluye en un río turbulento de productos y servicios innecesarios, superfluos y hasta dañinos a nuestra salud física, mental y espiritual.

En diciembre pasado, el panorama se veía “desolador”. Si, porque, parecía que nada podía detener la destrucción y contaminación del planeta y de las personas. Impensable pensar que la economía podía parar, que se iba a dejar de contaminar la tierra, las aguas, la atmósfera, que todo se iba a silenciar.

Una cosa lleva a otra, entramos al principio del fin, o si se quiere ver de manera positiva, estamos iniciado el principio de otra nueva forma de vida. El mundo Moderno se empieza a desquebrajar a derrumbar. Hoy es Covit-19, mañana será otra cosa. Recuerde que los Viejos Abuelos profetizaron el fin del Quinto Sol, con movimientos telúricos.  

El mundo Moderno ya no se podía sostener, como el dólar, que es su “sangre”. El capitalismo y el consumismo desquiciantes, así como la destrucción del planeta y su brutal contaminación, no podían mantenerse indefinidamente, todo tiene límites y todo tiene ciclos, nada es para siempre. El ser humano está en peligro de perder su humanidad. Esto se acabó porque se acabó. Más nada.   

Será solo el uno por ciento de los habitantes del planeta que lamenten este próximo cambio, pero para el 99 %, será la oportunidad de salir de un poderoso remolino que nos succionaba a la nada. Será, en México, una catástrofe para esas cinco familias que tienen el ingreso de 35% de la población. O las 17 familias “mexicanas”, que tienen el dinero suficiente para pagar toda la deuda externa y no se quedan pobres.  

Lo que debemos de comprender es que nada es para siempre. Que estamos viviendo uno de los momentos más oscuros de la humanidad y que la Naturaleza o Tonantzin, como la llamaban los abuelos, Nuestra Madre Querida, nos está dando un ¡Ya basta! a nuestra insensatez. Y de un manotazo nos pone en nuestro lugar y nos hace ver, entender y sentir, lo que es la maravilla de estar vivos y valorar lo que es imprescindible y trascendente, como es la salud, la alimentación, la familia, el amor y la comunidad. Cuánto será necesario sufrir, para darnos cuenta que debemos ser flexibles y estar dispuestos a cambiar nuestra forma de vivir y entender el mundo y la vida. Amable lector, estamos al inicio de grandes cambios, la pregunta es, estamos dispuestos a cambiar nuestra forma de pensar y vivir, porque el tiempo de ayer se acabó. Esa es la cuestión. Educayotl AC. Educar para el futuro con la sabiduría del mañana. www.toltecayotl.org