Bielorrusia: la lucha por derrocar a un dictador
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Sin cuentos chinos

Bielorrusia: la lucha por derrocar a un dictador

 


“Ustedes son animales y merecen ser tratados como tal” escuchó Vitali Rabusau al tiempo que era brutalmente golpeado y torturado por uniformados. La tarde del 10 de agosto Vitali había salido con su novia a tomar las calles de su natal Brest, ciudad al oeste de Bielorrusia, para unirse al reclamo de sus miles de compatriotas. ¿Lo que denunciaban? Fraude en los comicios celebrados el día anterior, mismos que arrojaban un demoledor resultado (más del 80%) en favor de Alexander Lukashenko, quien ha gobernado esta nación desde 1994. 

Pese a la sensación de rabia que inundaba a los ciudadanos, Rabusau narró en entrevista para esta columna, que la manifestación de la que formaba parte esa tarde del lunes transcurría de manera pacífica, cuando de pronto, llegó la policía y comenzó a reprimirlos. Gases lacrimógenos, granadas paralizantes y balas de goma fueron solo algunos de los recursos que utilizaron para este fin. “Estaba intentando llegar a casa luego de estar en una de las calles centrales de Brest, cuando fui detenido junto a otro grupo de personas que también había estado ahí” recordó. 

Su novia logró zafarse de una manera que él describe ‘milagrosa’ pero el bielorruso no corrió con la misma suerte. Sus esfuerzos por resistirse no fueron exitosos y cuando se dio cuenta, ya se encontraba en una base militar. “Nos quitaron todo lo que traíamos, no nos daban agua ni comida ni nos dejaban usar el inodoro. Teníamos que suplicar para que nos dejaran ir al baño”. 

Niños, mujeres, jóvenes y adultos, Vitali reconoció a gente de todas las edades, sexos y clases sociales, mismos que eran tratados por igual, “sin ninguna piedad”, apuntó el hombre. A la mañana siguiente fueron trasladados a una institución penitenciara local, en donde pasaron otros dos días en “condiciones inhumanas e insalubres” mientras esperaban el juicio. La resolución de los jueces no fue ninguna sorpresa, todos fueron señalados culpables. Para algunos, los más afortunados, dicha sentencia significó pagar una alta suma de dinero; para el resto, los que calificaron de ‘más revoltosos’, implicó una -injusta- condena de 15 días más tras las rejas.

Luego de pagar su escandalosa multa y sentirse totalmente humillado, Vitali pudo regresar a su casa, pero la lucha en las calles de este país europeo, no ha cesado. Hoy ya son más de 7 mil personas que han sido detenidas a manos del cuerpo policial y militar.

En un contexto en el que las encuestas están prohibidas y en el que el descontento social ha venido en aumento, es claro que el calor que hoy abrasa las calles de este país europeo, si bien fue detonado por la abrumadora victoria del actual mandatario sobre su principal contrincante, Sviatlana Tsikhanouskaya, también -y sobre todo- se trata de un reclamo y un reflejo del hartazgo social por la incapacidad que Lukashenko ha tenido de manejar la pandemia de Covid-19 en los últimos meses, así como los tropiezos que ha tenido en materia económica, fiscal, y social en los últimos años.

“Al ver los resultados preliminares, la gente asedió los colegios electorales para verificar que sus votos no fueran robados, como de costumbre. Exigían pruebas que demostraran que las elecciones no habían sido falsificadas” señaló Rabusau, quien recordó que además, justo en ese momento las redes móviles y de conexión a Internet en general, comenzaron a tener fallas. 

Después de un sinfín de imágenes y videos mostrando las agresiones y el visible abuso propinado por las autoridades a ciudadanos de manera indiscriminada; los tres muertos (hasta ahora y como número oficial) y miles de detenidos, el pasado miércoles la Unión Europea hizo público su rechazo a la elección, y explicó que habrán sanciones al gobierno bielorruso por la violación a los derechos de la sociedad civil, además de destinar aproximadamente 2 millones de euros a las familias de las víctimas. 

No obstante, hasta el día de hoy, la respuesta del mandatario sigue siendo la misma: violencia sazonada de un tajante “ni muerto entregaré la presidencia del país”. ¿Por qué es importante que sepamos y entendamos lo que ocurre en un país a tantos kilómetros de distancia? Porque sin importar la geografía, idioma o cultura, un gobierno autoritario que abusa de sin poder y lo utiliza para transgredir de manera tan cobarde la dignidad y libertad de sus ciudadanos merece ser expuesto y sus ciudadanos, merecen nuestra solidaridad. “Quiero que el mundo vea que no estamos rotos, que eventualmente derrotaremos a este gobierno de criminales que lidera uno de los dictadores más ruines en la historia de la humanidad”, señaló Vitali.

Ver la unión que hoy existe entre el pueblo de este entrañable país europeo, es conmovedor, y ver cómo Lukashenko se esmera en destruirla, es francamente estremecedor. Esta lucha que hoy enfrenan los bielorrusos no es -ni debe ser- ajena, esta lucha es de todos los que creemos en la democracia, en la libre expresión y en la dignidad del ser humano. 

Twitter – @chinaCamarena