Salvemos a nuestro mundo…
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Salvemos a nuestro mundo…

 


…por nuestras hijas e hijos, y demás
descendientes.

Llegando, hace tres días, a la plaza comercial más cercana a nuestro domicilio, con nuestra hija menor que nos invitó a mi esposo y a mí a acompañarla para comprar unos adornos de Halloween para su hija de 5 años, al llegar en su camioneta al estacionamiento, mi esposo bajó cargando a nuestro nuevo nieto, de dos meses y 15 días (pero “parece de 4 meses” comentó una señora que se acercó a verlo, entre otras personas, ya caminando en la Plaza); la nieta bajó por la puerta derecha de atrás y yo por la de junto a mi hija, quien manejaba. La niña, algo temerosa, me tomó de la mano y comentó: “Abue, esa sirena que se oye, ¿es porque va a temblar?”. Yo, tratando de estar tranquila, le dije: “No, hija, tal vez la están probando o es la de una patrulla”. Sonrió y fue hacia mi esposo (quien ya había dado el bebé a nuestra hija) para pedirle que la cargara “un ratito”. Casi enseguida se le olvidó su preocupación y disfrutó las compras (pocas para no enseñarle que en toda celebración hay que gastar mucho) con su mamá y conmigo, mientras mi esposo cargaba al bebé (muy contento) sentado en una de las bonitas bancas de madera.
Aquí entra la pregunta: ¿Cuánto tiempo estaremos con esta zozobra niñas y niños, adolescentes y jóvenes y adultos?
Transcribo algo que leo en un libro titulado: “La sociedad de consumo” (Biblioteca Salvat de Grandes Temas, La problemática del hombre actual en un conjunto estructurado, unitario y coherente, Salvat Editores, Barcelona, 1973): “La contaminación y la acumulación de desperdicios, consecuencia de la superproducción, han alcanzado límites alarmantes en los países industrializados, poniendo en peligro el equilibrio ecológico” (p. 36).
Al respecto se lee, ya en el presente: “No hay curas milagrosas para la suciedad del mar”, dice HenkOvink: Ingeniero. Enviado especial de los Países Bajos para asuntos internacionales del agua, cree necesario impulsar un cambio de mentalidad y apuesta por transformar el reto del cambio climático en desarrollo sostenible” (El País, 30 de julio/17, sección Ideas, p. 5) En la entrevista se lee: “La polución, provocada por nosotros y el cambio climático, en gran parte también, alimentan el 90% de los desastres relacionados con el agua. Estos problemas afectan al 15% de las economías mundiales, según Naciones Unidas. Y aún hay más: los refugiados del agua ya son una realidad, y se prevé que en las próximas décadas un 40% de la población padecerá por escasez de agua. Además, ya hemos explotado el 50% de los acuíferos. Habrá un exceso de agua, debido a inundaciones y otras catástrofes naturales, pero no será aprovechable para el consumo humano.
La salud actual de los ríos y el entorno marino es precaria por culpa, sobre todo, del hombre, ese gran contaminador. Según HenkOvink, el primer enviado especial para asuntos internacionales del agua de los Países Bajos, estamos en el centro neurálgico del cambio climático. “Somos la única especie que puede resolver los problemas que hemos creado en nuestro planeta. De modo que el punto de referencia no puede ser el pasado, sino el futuro”. Este ministro del agua, de 49 años, es una suerte de embajador temático encargado de difundir las bondades del modelo holandés en la gestión de recursos hídricos, un sistema con siglos de historia y amplia experiencia en la contención del agua sobre el terreno.
Para Ovink la correcta administración del agua es un nuevo mercado donde advierte algo más que pérdidas y desesperación. Ve oportunidades y negocio, no sólo en el sentido económico del término, sino también social.
Enemigo de lo que denomina “enfoque populista” y centrado en denunciar males pretéritos, prefiere la postura de figuras como Barack Obama, el ex presidente de Estados Unidos, que aseguró ante el Congreso, en Washington, que los efectos del cambio climático deberían ser considerados como “una realidad y una nueva economía”. En su intervención, Obama subrayó las oportunidades que presentan las energías renovables y el uso sostenible del mar, capaces de crear más empleo que los combustibles fósiles” {…}
PREGUNTA (a Ovink): Usted prefiere no calificar la contaminación marina y el cambio climático como problemas. ¿Qué son, entonces?
RESPUESTA: Los problemas suelen tener una solución, pero no hay curas milagrosas para la suciedad de mares y océanos y la deriva del clima. No se trata de acordar unas normas, tomar unas medidas y después olvidarlo. Frenar la basura empieza por uno mismo, y con no tirar o verter nada al agua debiera bastar. Desgraciadamente no es así, necesitamos modificar nuestro comportamiento, lo que yo denomino un cambio cultural {…}

Continuará en próxima entrega.

Agradeceré comentarios
de mis lectores.