Y seguimos con la poesía
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Y seguimos con la poesía

 


Y… el amor.

Antes que nada, me permito hacer una aclaración con respecto a la poesía con que inicié mi artículo anterior: “Pues bien, yo necesito decirte que te adoro…”. Por un lapsus linguae anoté que el autor es Amado Nervo, siendo que desde la secundaria ha sido mi poesía favorita, y el autor es… Manuel Acuña, quien se la dedicó a la mujer que amaba pero… era casada.

Los trozos de las dos siguientes poesías mencionadas sí son de Pablo Aznavwrian, y a él lo encontré, años después, en un bello y sencillo libro titulado “Poesía al margen”, cuando era yo directora de una bonita y grata librería, situada en el kiosco del jardín central y dependiente de la Universidad Tecnológica de la Mixteca, en la ciudad de Huajuapan de León, Oaxaca.

Ahora les paso algunas definiciones de poesía: Arte de componer versos// Género de producción literaria que pretende expresar la belleza// Cada uno de los géneros poéticos: poesía épica, lírica, dramática, heroica, bucólica, profana, religiosa// Obra o composición en verso, específicamente del género lírico… (Salvat Uno, Diccionario Enciclopédico Básico, Barcelona, España, 1986, p. 1128).

Y hay amores sublimes, como el de aquella historia de un rey que pide a uno de sus hombres de confianza (adolescente aún) el encargo de llegar al reinado vecino, donde se encuentra la joven que se casará con él (ella también adolescente, y aún sin conocerse ambos, pero el padre de la joven ya había aceptado el matrimonio). Entonces Tristán, el joven enviado, llega a su destino con una comitiva de diplomáticos y escolta de soldados; conoce a la princesa Isolda y después de tres días de descanso, en los que ambos se enamoran, sale la comitiva de regreso, pero un grupo de contrarios les encuentra y mata a todos los miembros del grupo. Tristán e Isolda logran escapar y continúan su camino, pero… como sólo están ellos dos, él idea acostarse juntos colocando su espada entre ambos, como símbolo de respeto mutuo… aunque se aman intensamente.

Finalmente, Tristán entrega a su amada al rey y con tristeza infinita pero con honor, se despide de ambos. La novela lleva como título los nombres de los dos amantes.

Así, hay diversas clases de amor: amor filial, amor al prójimo, amor a la naturaleza, amor a los animales… y el amor entre un hombre y una mujer: ése que puede ser sublime y perdurable a través de los años y que afianza la convivencia entre ambos esposos o simplemente amantes.

Hay en estos días, entre muchos otros habidos y por haber, un amor digno de mención: “Cuando los demás aún están pensando, él ya ha golpeado. Quema etapas a toda velocidad y no espera su turno. “No te demores en el surco de los resultados”, dice una de sus frases favoritas, de su autor de cabecera, el poeta resistente René Char. Y Emmanuel Macron (Amiens, 1977) lo ha cumplido, día a día, desde antes incluso de meterse en la política, y hasta hoy, cuando los franceses pueden convertirlo en el presidente más joven de la V República, fundada en 1958 por el general de Gaulle {…} Le decían: “Para ser presidente hay que haberse presentado antes a algún cargo”. Diputado, alcalde o concejal, lo que sea porque en Francia hay que esperar el turno, ya que muchos llevan años, décadas, esperando. Y él, sin haberse presentado jamás a una elección, se saltó todas las etapas y directamente buscó el billete al Palacio del Elíseo.

Macron, el hombre que corre y no mira atrás, el que desde joven ha querido ser muchas personas a la vez – filósofo, novelista, banquero, presidente – El muchacho de rostro aniñado y maneras de hombre mayor, “un Peter Pan al revés”, le llama su biógrafo François-Xavier Bourmaud. Y viene la historia de amor: A Brigitte Trogneaux, hija de una vieja familia de comerciantes de chocolate, casada con un banquero, tres hijos, le han hablado de este alumno, se conocen en el club de teatro. Juntos escriben una obra. Conectan. Él tiene 16 años; ella, 39 {…} En otro país quizá se vería como un delito; en Francia es una gran novela. “Volveré, y me casaré con usted”, le promete el alumno a la profesora. Lo cuenta Anne Fulda en otra biografía, Emmanuel Macron. Un joven tan perfecto, llena de anécdotas jugosas. Los padres intentan disuadirlo, él no escucha, no se entretiene y se marcha a París para estudiar el último curso de bachillerato {…} Al abandonar Amiens – Brigitte le seguirá un tiempo después – y desoír a sus padres, Emmanuel hace otro de esos gestos que tanto le gustan.

“¿Usted qué hará dentro de 30 años?”, le pregunta un día Alain Minc, figura central del establishment francés. La respuesta del joven Macron, joven inspector de Finanzas aún lejos de la política: “Seré presidente de la República” (“El hombre que tiene prisa”, cabeza de artículo de M. Bassets, París, en El País, 7 de mayo/17, p. 5. Y en el primer sumario: “Emmanuel Macron es el favorito para convertirse a los 39 años en el presidente más joven de la V República”).

En La Jornada, se lee, un mes después, en primera plana, el titular: “Respira Europa con el triunfo de Macron en Francia”. Debajo, la foto del propio Macron, levantando la mano derecha en alto, y la izquierda entrelazada con la de su esposa Brigitte. El pie de foto dice: “Emmanuel Macron, presidente electo de Francia y su esposa Brigitte saludan a simpatizantes durante la celebración de la victoria en las afueras del Museo de Louvre…”