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Hoy es el último domingo del 2020 y por lo tanto este es mi último texto del año que trajo consigo mi regreso a las páginas de El Imparcial, el mejor diario de Oaxaca, casa editorial a la que muy orgullosamente pertenezco tanto en lo personal como lo profesional y la cual, a pesar del año tan adverso para todos, se mantuvo firme en su compromiso de informar a Oaxaca. Y así seguirá siendo muchos años más.

El año que está por terminar fue marcado por la pandemia por Covid-19 que aqueja a todo el mundo, por un virus que cambió, sin previo aviso, la rutina de todas y todos y que nos obligó a replantear no solo nuestra convivencia, sino nuestras prioridades.

Todo fin de año suele ser un tiempo de reflexión, lleno de nostalgia por lo que se va y de emoción por lo que puede venir. Si bien es cierto el 1 de enero es una fecha más en el calendario, y un día más en nuestras vidas, para muchos sirve como un nuevo comienzo. Y, por las circunstancias que todos conocemos, creo que todos debemos de ver así al inicio del 2021, como un nuevo comienzo para la humanidad.

En mayo pasado, cuando inicié este espacio, señalé que estamos ante la peor crisis de la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial, pero que todas y todos debíamos de tomar esta crisis para retomar nuestra humanidad, no en su acepción como especie sino como la capacidad de ser empáticos y solidarios con nuestros semejantes. Pero, lamentablemente, vemos cómo ello no se ha materializado.

El 2020 es, sin duda, el año de la época contemporánea que más golpes y enseñanzas nos ha dejado y, por lo tanto, para quienes tenemos la dicha de poder terminarlo, es también uno de los años en los que más tenemos que agradecer, sino es en el que más. Y es que el Covid les ha quitado a millones de personas en el mundo y cientos de miles en México nuestro bien más preciado, la vida; y nos ha alejado, al menos físicamente, de quienes más valoramos y amamos. Y eso duele, y duele mucho.

Por eso debemos tomar el 2021 como un nuevo inicio, uno en el cual estaremos obligados -aunque en realidad lo estamos desde hace mucho tiempo- a repensar tanto lo público como lo privado con la única finalidad de, insisto, recuperar nuestra humanidad, pues de lo contrario estaremos condenados al fin de la misma.

También el fin de año suele traer consigo deseos y propósitos de año nuevo. En esta ocasión, me atrevo a afirmar que el deseo común de todas y todos será el mismo: que eventualmente podamos volver a la normalidad, si es que eso alguna vez será posible.

Y es que no hablo solamente sobre la normalidad en la convivencia y la vida social, sino en nuestra mente y corazón, en los cuales para algunos el coronavirus ha dejado heridas que si no imposibles serán muy difíciles de curar.

Debemos pasar pues de la simple reflexión a la acción. Si el 2020 no fue suficiente para darnos, a la sociedad en su conjunto, una lección sobre lo frágil y nada segura que es la vida, entonces no sé qué podrá hacerlo. Pero ello depende de todos y cada uno de nosotros, de que asumamos nuestra responsabilidad en el porvenir.

Es momento, antes de que sea demasiado tarde, de repensar tanto lo público como lo privado para no repetir nuestros errores, pero, sobre todo, para atender lo que verdaderamente importa: la vida, la paz, el amor y la salud, bienes que, si bien pueden ser intangibles, de ellos depende, casi en absoluto, nuestra supervivencia.

Este fin e inicio de año digámosle no al encono y busquemos la reconciliación, entremos juntos a un 2021 que nos permita recuperar nuestra humanidad. Será una tarea difícil, sin duda, y les mentiría si dijera que confío en que así será, pero si queremos garantizar nuestro futuro, así tendrá que ser.

Deseo, de todo corazón, que el 2021 sea un mejor año que el que termina, y que quienes en este 2020 sufrieron alguna pérdida puedan encontrar el consuelo necesario para un nuevo comienzo. Honremos la memoria de quienes se han ido, y el trabajo incansable del personal de la salud, haciendo del 2021 un mejor año.

Depende de todas y todos que así sea.

Feliz Año Nuevo.

*Licenciado en Derecho por la IBERO CDMX.

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