El Congreso y la chatarra

El pasado miércoles 5 de agosto el Congreso del Estado aprobó con 31 votos a favor, de Morena y aliados, una reforma a la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Oaxaca mediante la cual se adicionó el artículo 20 Bis para prohibir la distribución, venta, regalo y suministro a menores de edad de bebidas azucaradas y alimentos envasados de alto contenido calórico, así como su distribución en instituciones, tanto públicas como privadas, de educación básica y media superior, incluyendo la prohibición de máquinas expendedoras en escuelas.

Sin duda alguna la correcta alimentación de los menores de edad, y de todas las personas, es un tema de salud pública que debe ser atendido con urgencia debido a los altos índices de obesidad y diabetes que se presentan en Oaxaca y México. Por lo mismo, el asunto requiere de políticas que ataquen el problema de fondo y no de medidas populistas que, disfrazadas como una solución a corto plazo, mal aterrizadas pueden llegar a resultar más perjudiciales que benéficas.

Con la finalidad de cumplir las prohibiciones aprobadas, el artículo establece que la infracción a lo establecido en el artículo 20 Bis será sancionado conforme a la Ley en cuestión, así como la Ley de Procedimiento y Justicia Administrativa para el Estado de Oaxaca, de las cuales se desprende que quienes infrinjan las nuevas disposiciones podrán ser acreedores desde una amonestación, pasando por una multa pecuniaria y la clausura de establecimientos, hasta una sanción de 36 horas de arresto.

De esta manera, la reforma cae en el absurdo de prohibir el regalo de estos productos a menores de edad, es decir, si tú, sin ser el padre o madre del menor, le regalas un refresco o un alimento envasado de alto contenido calórico, podrías ser acreedor a 36 horas de arresto. Esto es lo que sucede cuando se legisla mal. Ahora bien, en la exposición de motivos de la reforma se argumenta que la misma tiene origen en la falta de regulación en la materia. Al respecto, es importante hacer dos precisiones: lo aprobado no fue una regulación, sino una prohibición, además de que dada la mala redacción del artículo genera más lagunas legales que las que pretende cerrar.

Que no se malentienda, este texto no es una crítica al combate a la desnutrición y la mala alimentación, por el contrario, celebro que sea parte de la agenda pública y que se haya abierto un debate necesario y apremiante. Lo que se critica es lo mal aterrizada que resultó la reforma. La calidad y los detalles de la producción normativa son muy importantes pues del contenido y la redacción de una norma jurídica depende el éxito de su implementación, de lo contrario la norma se puede convertir, desde su aprobación, en letra muerta.

Además, ha quedado demostrado, sobre todo en México, que las prohibiciones suelen tener el efecto contrario de lo que buscan. Si queremos ser un Estado garantista tenemos que dejar atrás el modelo prohibicionista y paternalista, el cual solamente nos aleja de la debida protección de los derechos humanos.

En fin, puede haber muy nobles intenciones al legislar, pero de nada sirven si el producto es mal aterrizado y deficiente. Los temas de salud pública se deben atender de una manera proporcional al problema que representan, es decir, de manera integral y compleja. No aplaudamos lo mal hecho solo porque algo se hizo, no aplaudamos el populismo legislativo.

Tenemos el deber ciudadano de exigir a nuestros diputados que legislen, pero que legislen bien, de lo contrario reclamemos su mala praxis legislativa.

Regulemos, no prohibamos; ataquemos los problemas de raíz, no superficialmente; hagamos lo que Oaxaca y México exigen, pero hagámoslo bien.

*Licenciado en Derecho por la IBERO CDMX.

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