El orgullo nuestro de ser oaxaqueños
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El orgullo nuestro de ser oaxaqueños

 


Mañana celebraríamos el primer Lunes del Cerro 2020. Desde el 1 de julio hubiera iniciado, como todos los años, el mes de la Guelaguetza, la mejor época del año para vivir y visitar Oaxaca, días en los que las calles de nuestra capital se llenan de tradiciones, música y colores y de gente, local, nacional y extranjera, que irradia y contagia alegría. Pero se interpuso el covid-19.

Al escribir estas líneas me es inevitable sentir nostalgia. Quienes me conocen saben el amor que le tengo a Oaxaca y el orgullo con el que presumo las fiestas de julio pues son una pequeña muestra de la identidad oaxaqueña y la riqueza cultural de las 8 regiones de nuestro estado, el más pluriétnico de todo México.

Guelaguetza significa cooperación y ofrenda. Año con año la Costa, las Sierras Sur y Norte, la Mixteca, la Cañada, el Papaloapan, el Istmo y por supuesto los Valles Centrales acuden al Auditorio Guelaguetza -antes Rotonda de las Azucenas- para entregar su ofrenda a Oaxaca, México y el mundo, tal como lo hacían nuestros antepasados en honor a la Diosa Centeótl, deidad el maíz, y posteriormente para festejar a la Virgen del Carmen, primera Patrona de Oaxaca.

Si bien es cierto la Guelaguetza es una expresión cultural, también es el evento gracias al cual nuestra entidad recibe la mayor derrama económica del año gracias al turismo nacional y extranjero que visita la capital y las poblaciones vecinas. Es bien sabido que gran parte de la economía de Oaxaca depende del sector terciario y en específico del turismo, de ahí que la importancia social de la Guelaguetza radique no solo en preservar nuestras tradiciones, sino también en que gracias a su celebración año con año miles de familias pueden llevar sustento a sus casas.

Pero este 2020 todo ha sido y será distinto. Muy distinto, pues estamos viviendo un escenario por demás difícil para todos los países en el cual el turismo ha cesado por al menos 4 meses y la afectación económica es incalculable. En este contexto, la cancelación de la Guelaguetza duele todavía más.

Solo en 2006, cuando tuvo lugar el problema magisterial y de la APPO, se ha cancelado la Guelaguetza. Hoy, 14 años después, un virus que ha detenido al mundo entero y que ha cobrado más de medio millón de vidas y millones de empleos nos obliga a suspenderla una vez más, aunque este año podremos vivirla a la distancia con las transmisiones especiales que llevará a cabo el Gobierno del Estado de Oaxaca través de las redes sociales y la televisión.

Duele que no haya Guelaguetza 2020, duele ver una ciudad vacía cuando debería estar llena de vida y duele que haya gente sin tener un sustento que llevar a sus familias. Pero, y de esto no me cabe la menor duda, Oaxaca es mucho más fuerte que cualquier adversidad. Hemos sorteado huracanes, terremotos y un sinfín de problemas sociales y este virus no será la excepción.

Nos toca a todas y todos preparar desde hoy la Guelaguetza 2021 para que nuevamente, más unidos y fuertes que nunca, como dicen nuestros paisanos de Tuxtepec “mostremos al mundo con marcado empeño el orgullo nuestro de ser oaxaqueños”.

 

*Licenciado en Derecho por la IBERO CDMX.

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