La sociedad de la desinformación
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La sociedad de la desinformación

 


El artículo sexto constitucional consagra la libertad de expresión, el derecho a la información y el derecho de acceso a las tecnologías de la información y comunicación. Además, impone al Estado la obligación de garantizar dichos derechos. Lo anterior permite que la sociedad pueda expresarse libremente y a su vez se mantenga informada. Sin embargo, pareciera que la sociedad misma no les da la importancia necesaria a tan importantes derechos.

Afirmo lo anterior pues lejos de vivir en una verdadera sociedad de la información que aproveche las herramientas que nos ofrecen los avances tecnológicos para estar bien informados en todo momento, y a pesar de que contamos con medios de distinta índole tanto del Estado como de la iniciativa privada para informarnos, la desidia impera en la gente. El problema no es que no haya información a nuestro alcance, sino que, de manera generalizada, no buscamos acceder a ella.

Así, los referidos derechos quedan en desuso para gran parte de la sociedad. Si bien es cierto todos los seres humanos contamos con derechos inherentes a nuestra naturaleza, también lo es que en gran parte depende de nosotros el ejercicio de los mismos. Si el Estado hace lo necesario para salvaguardarlos o no merece un texto específico, sin embargo, difícilmente podrá salvaguardar un derecho no ejercido.

Ahora bien, el ejercicio de dichos derechos conlleva, a mi parecer, una doble responsabilidad.  En primer lugar, es indispensable que la sociedad quiera y decida informarse pues no podemos pretender estar informados sin realizar un acto tendiente a ello. Por otro lado, tenemos la responsabilidad de informarnos bien y discernir entre la verdad, lo que es verdad a medias y lo falso para así alejarnos de las fake news. Y no solo alejarnos de ellas, sino abstenernos de compartirlas pues ello puede tener serias consecuencias en la vida pública.

La era en la que vivimos nos ofrece tanto fortalezas como debilidades si hablamos de comunicación pues si bien es cierto podemos obtener información de una fuente confiable sobre acontecimientos casi de manera inmediata a que ocurran, incluso del otro lado del orbe, también es cierto que cualquiera puede utilizar dichas herramientas para difundir información no necesariamente verdadera. Es decir, hoy en día todos podemos informarnos e informar, sin filtro alguno, con un solo click.

Los tiempos que vivimos hoy en día, tiempos de pandemia, han hecho que la desinformación, la cual ha estado siempre presente, se haga más evidente. Sin embargo, esta crisis debería servir para concientizarnos sobre la importancia de estar bien informados, de no esperar a que una noticia se vuelva trending topic o hashtag para leerla, sino que, por el contrario, nos informemos de manera voluntaria y responsable del acontecer local, nacional y mundial pues no podemos ocuparnos de nuestros problemas si los desconocemos.

Lo anterior depende de todos y cada uno de nosotros. La sociedad tiene una urgencia de informarse, y de informarse bien. Depende entonces de nosotros ocuparnos de esa urgencia y pasar de vivir de una sociedad de la desinformación voluntaria a una verdadera sociedad de la información.

Un pueblo no informado está condenado a desfallecer.

Twitter: AndresASil

Instagram: andresalcantarasilva