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Periodismo en México: de mal en peor

Por si no había quedado claro con los reclamos cotidianos de periodistas mexicanos, agraviados, perseguidos, amenazados, y a quienes no se les permite ejercer su profesión-oficio, resulta que México es uno de los países más peligrosos en el mundo para ejercer el periodismo en sentido de investigar, informar, reportar, analizar lo que pasa en el mundo y, en particular en el país.

Esto lo acaba de confirmar la acreditada organización “Reporteros sin fronteras” en su informe 2025. Según este documento expuesto públicamente el 2 de mayo pasado; “los periodistas que cubren temas políticos delicados, especialmente a nivel local, son amenazados y, a menudo, asesinados a sangre fría. Otros son secuestrados y nunca más vistos, o huyen a otras partes del país o al extranjero como única forma de asegurar su supervivencia’. Y que ‘Más de 150 periodistas han sido asesinados en México desde el año 2000’.

Esto es debido, principalmente, a la “creciente fragilidad de su ecosistema mediático” y “la colusión entre funcionarios y el crimen organizado” informa RSF y concluye que México se ubica en el lugar 124 de 180 naciones y territorios en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, con lo que perdió tres lugares respecto a la lista de 2024 en la que se ubicó en el escalafón 121.

Las cifras dadas a conocer por RSF son dramáticas y en extremo lamentables. De hecho cada día existen más riesgos en México para periodistas-reporteros-cronistas-fotógrafos-analistas-editores-los medios mismos que tienen que ejercer su tarea periodística en un clima violento y amenazante. Esto ocurre sobre todo en los estados del país en los que la violencia criminal se asienta, y en donde la falta de protección al trabajo periodístico es un síntoma y no una excepción.

A esto hay que reconocer que la colusión entre gente de gobierno con el crimen organizado configura un entorno de crimen e impunidad. Lo que queda demostrado con que, de las denuncias ante autoridad por asesinato o agravios o amenazas en contra de periodistas, tan sólo el 94 por ciento han sido resueltas, el riesgo y la impunidad siguen, y al parecer seguirá siendo una “carpeta abierta” hasta el fin de los días. Hoy todo se resuelve con la frase célebre de: “Ya se abrió una carpeta de investigación”. Y luego nada.

Pero esto también tiene que ver con el discurso de odio que generan los políticos de alto nivel, desde presidencia de la República a gobernadores de estados y presidentes municipales. Cada día, a lo largo de la República, funcionarios acusan a periodistas de mentir, de corrupción, de estar involucrados con el crimen organizado, de decir mentiras, de ser enemigos del gobierno…

… De ser conservadores y de estar en la nómina de los adversarios del gobierno: todo esto es así cada mañana y cada día, con estos dichos improbables, dardos envenenados que generan odio entre los fanáticos de tal o cual gobernante.

Y ya se sabe, el fanatismo es la pérdida de la razón, la incapacidad de valorar los dichos y los actos, la imposibilidad de ver más allá de sus propios intereses. La RAE define así al fanatismo: “Apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones, especialmente religiosas o políticas; Sin.: intransigencia, intolerancia, obstinación, extremismo, radicalismo, sectarismo, exacerbación, exaltación, incondicionalidad, apasionamiento, pasión, entusiasmo, fervor, fogosidad, adicción.”

En México se ha creado una legión de fanáticos que escuchan el discurso de odio y lo asumen como propio pensando en quedar bien con su líder político. Y en gran medida son estos fanáticos los que consuman ese mensaje por el cual los periodistas son enemigos del régimen, del gobierno estatal o municipal: “enemigos del pueblo”, les dicen.

Hoy en día, en muchos lugares, cualquier operador del crimen organizado, agente de gobierno o particulares ven en periodistas a su enemigo, a quien se debe hacer a un lado. Porque eso: la información-verdad estorba a muchos. Y esa verdad ética y responsable, para esos muchos, es peligrosa para sus intereses criminales. Porque es al mismo tiempo criminal el que asesina a un periodista, como es criminal quien atenta contra la libertad de expresión en muchas formas y modos.

Apenas hace unos días el gobierno federal de México envió la iniciativa de reforma a la Ley de Telecomunicaciones, en la que se impide la divulgación de mensajes provenientes del extranjero que busquen dañar la integridad nacional. Pero con este pretexto en esa iniciativa se introdujo un artículo 109 que pretende-pretendía bloquear plataformas digitales que no estuvieran acorde con los intereses de la 4-T-Morena, et.al.

Por supuesto hubo un llamado de peligro nacional. No de los fanáticos, por supuesto, sí de quienes entienden a la libertad de pensamiento, de expresión y el derecho a la información como una atribución constitucional para todos los mexicanos. Un derecho y una libertad.

Todo parece estar en contra de la información-verdad-responsabilidad-ética. Y ahí están los resultados. Periodistas muertos-desaparecidos-amenazados-desplazados.

Y sin embargo, el periodismo va a continuar. Podrá haber uno y mil gobiernos adversos, podrá haber uno y mil políticos abyectos, podrá haber cientos de criminales sin escrúpulos. Podrá haber un ambiente adverso y mortal, casi de guerra.

Pero con todo y eso, el periodismo seguirá. Es inmortal. Los periodistas que en verdad lo son seguirán su vocación y su responsabilidad. El periodista está ahí, siempre, informando, diciendo la verdad, analizando, cronicando, retratando, grabando lo que pasa y lo que ocurre, así pasen los años y los siglos: el periodismo es eso, periodismo, con todas sus letras: periodismo.

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