Animales de compañía, dignidad y salud pública
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Pegatinas Reivindicativas

Animales de compañía, dignidad y salud pública

 


 

Esta semana se volvió viral en redes sociales la nueva obligación de registrar a las mascotas en el Registro Único de Animales de Compañía o de lo contrario hacerse acreedor o acreedora de una multa que puede ascender hasta algo más de tres mil pesos. Y si bien esta obligación solo es aplicable a las personas que residen en Ciudad de México, se volvió tendencia nacional.

Este registro implica la obligación de dar de alta a los animales de compañía y con ello tener acceso a servicios públicos de vacunación, esterilización y consulta veterinaria, que en esa ciudad ya es una posibilidad por los hospitales veterinarios públicos que se han construido, a pesar de que su número y alcances resultan aún insuficientes.

Aunque se trata de un esfuerzo quizá hasta cierto punto superficial a los ojos de muchas y muchos, resulta una acción indispensable no solo para el mantenimiento de la salud pública, sino también para el crecimiento de comunidades más éticas con respecto al cuidado de los animales de compañía.

La tenencia de perros, gatos y otras especies se ha regulado tradicionalmente desde el derecho a la propiedad, es decir, la tenencia de las denominadas entonces mascotas solo implicaba derechos de propiedad y alguna responsabilidad si acaso causaran daño a personas, entorno o cosas.

Poco después, el acento de la regulación se extendió a la salud pública, ya que la proliferación no controlada y sin responsabilidad personal y comunitaria de animales domésticos de compañía tiene impactos directos a la salud de las poblaciones por las enfermedades que la tenencia irresponsable puede causar.

Sin embargo, esta tendencia se ha ido revirtiendo poco a poco al reconocer que tener un perro o un gato no es lo mismo que tener una mesa. Lo que parecería obvio desde un inicio, para el derecho está siendo un hecho casi revolucionario.

Los animales tienen emociones, racionalidad, sentimiento y sensaciones que si bien no son equivalentes al cien por ciento con aquellos mismos rasgos humanos, existen y tienen un valor en sí mismo que implica una exigencia ética para las personas.

Es el reconocimiento de estas consideraciones y de las obligaciones que generan para las personas que están impulsando que el estado adopte medidas para que el marco normativo imponga nuevas estrategias que no solo busquen regular la propiedad sino la dignidad y los cuidados de los animales de compañía, iniciando por vincular la existencia y condiciones de buena vida del animal con la persona a su cargo.

Reconociendo la existencia de los animales de compañía mediante un elemento identificador público se hace exigible que ese ser tenga ciertas condiciones para su digna supervivencia, por lo que este registro no solo son buenas noticias para la salud pública y la actualización de los marcos normativos, sino que señalan un cambio sustantivo en la moralidad colectiva en la dirección correcta.

Es imperativo que como comunidades reflexionemos sobre el estado que los animales de compañía tienen en nuestros entornos y qué es necesario hacer para la mejora de dichas condiciones.

En Oaxaca de Juárez, se cuenta con el Reglamento Sanitario de Control y Protección a los Animales Domésticos de Compañía, en cuya reforma -misma en la que tuve oportunidad de participar- se cuenta con la base mínima para que se inicie un registro de animales de compañía.

No obstante, es prácticamente letra muerta pues carece de presupuesto y recursos tanto materiales como humanos. Se precisa más que la pura existencia de la regulación, se requiere voluntad política y organización social.

No todos los entornos necesitan un registro. Existen en Oaxaca, por ejemplo, comunidades -especialmente en la región de la Sierra Norte, en las que desde hace décadas la tenencia de animales de compañía tiene estándares altísimos en cuanto a su responsabilidad colectiva y la dignidad de los animales, siendo referentes en normatividad para la tenencia responsables de animales.

El desarrollo de estos marcos normativos puede parecer poca cosa, pero implica un salto normativo y moral que demuestra al menos interés en el progreso de la consciencia humana con respecto al respecto a la vida y a la naturaleza.

@GalateaSwanson