¿El cliente siempre tiene la razón?
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¿El cliente siempre tiene la razón?

 


Fue tendencia en medios y redes sociales esta semana las reacciones a la iniciativa de cierta parte del sector hotelero de Mazatlán de restringir las bandas sinaloenses en las playas por las quejas de turistas extranjeros.

A pesar de los cientos de kilómetros de distancia, lo que pasa en Mazatlán no se siente tan lejos de lo que desde hace años está pasando en Oaxaca.

Con el boom del “Oaxaca está de moda”, la escalada del nombre de esta entidad en los rankings internacionales en materia de oferta turística ha tenido como consecuencia ordas de turistas que se arremolinan por un pedazo de Oaxaca en sus memorias, estómagos y maletas.

Del Oaxaca de hace 15 años queda poco. La revolución de los servicios del sector comercial y de alojamientos ha transformado en 180 grados la cara de las calles de los centros turísticos. Y no solo la cara, sino hasta las entrañas.

La gente que camina los barrios ha cambiado sustancialmente. Los espacios tradicionales, en los que nos encontrábamos y creábamos comunidad, ya no son ocupados por las y los locales, sino por gente que anda de paso o que encontró en Oaxaca un paraíso “barato” para sus ingresos en dólares americanos o euros.

El desplazamiento de la vivienda es visible. El Centro y todas las colonias aledañas —y las que no tanto— se cotizan con precios de renta y venta que una persona con un salario local muy difícilmente podría costear.

Las prácticas del Centro Histórico y sus alrededores se han trastocado de forma profunda. Las calendas, que solo se veían en eventos especiales de las y los locales, ahora parecen asunto de cada media hora porque se venden al mejor postor para vivir “la experiencia oaxaqueña”.

Las salsas y los moles ya no pican porque hasta la sazón de las cocinas está cambiando para acomodar a un paladar que ahora es el que paga memelitas y tlayudas con un precio que ni siquiera es asequible para las y los oaxaqueños.

¿Qué tanto Oaxaca sigue siendo ese aquel del que en un principio se habló tanto por su autenticidad?

No se trata de prohibir el turismo o culpar a los extranjeros, sino entender cómo estas tendencias de homologación de experiencias turísticas inciden en la disrupción o preservación de las identidades culturales que tradicionalmente coexisten en estos territorios para establecer medidas que contribuyan a conservar la cultura e identidad de las y los oaxaqueños.

@GalateaSwanson