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Libros de texto

 


 

Es el tema de moda en medios de comunicación y en los círculos de madres, padres y tutores. Desde hace meses, el debate ha sido acalorado y ha ocupado importantes espacios en noticieros y en la mañanera.

Sin importar quienes tengan razón e incluso si existen sentencias firmes sin ser acatadas los nuevos libros de texto para educación básica de primero a cuarto grado serán distribuidos para el inicio del ciclo escolar 2023-2025 sí o sí.

Ya están impresos y serán distribuidos por millones a pesar de las resistencias.

De acuerdo con los anuncios oficiales, los contenidos de los nuevos libros buscan la impartición de la educación bajo un nuevo modelo pedagógico. Para importantes investigadoras e investigadores especialistas en el tema, los libros tienen grandes problemáticas que impiden un aprendizaje adecuado.

Y si bien parece que la discusión no debería ser banco y negro, sino una escala de grises, es la primera vez que la discusión de los contenidos de los libros de texto gratuitos es materia de debate nacional y atención mediática a este nivel.

La educación pocas veces es tomada como uno de los grandes temas de la política pública y uno de los pilares del desarrollo comunitario y, en todo caso, nacional.

Los contenidos de los libros de texto gratuitos se han mantenido casi inamovibles durante décadas y han sido las mismas esferas quienes han definido sus contenidos.

Ese modelo de definición de perspectivas y lógicas, hay que reconocer, se han gestado muy lejos de la diversidad de realidades en las que pretendían ser relevantes y mientras para muchas escuelas constituyen la columna vertebral de los aprendizajes, para muchas otras estos instrumentos quedaban muy pequeños para los retos que las comunidades escolares enfrentan.

En comparación internacional, quedamos bajos en los resultados de las pruebas estandarizadas y en el día a día de las comunidades se nota que aún nos faltan herramientas educativas que nos permitan transformar nuestra realidad y resolver problemas complejos. Esa ha sido nuestra realidad por décadas.

Esta controversia llega muy a destiempo. Y no solo por los contenidos de los libros, sino por el modelo de educación en su conjunto, sus objetivos y sus prácticas.

Pareciera como hasta en el nivel superior se mantiene que el fin último de la educación es aprobar los exámenes sin esperar aprendizajes significativos y contextualmente relevantes. El modelo pedagógico decimonónico que aún se imparte a lo largo y ancho del sistema educativo ya está caduco y quizá esta coyuntura es buen momento para reparar en ese hecho.

Ojalá este debate sirva para que nos espabilemos y cuestionemos cuáles son las metas que se persiguen en las aulas y en la formación de generaciones y generaciones de personas. Como conjunto social habremos de reclamar que los temas educativos no son solo temas propios de las comunidades escolares, sino de las comunidades.

La historia de los nuevos libros de texto gratuitos aún está lejos de acabarse. Todavía falta la prueba de fuego: la adherencia que las comunidades escolares tengan sobre los mismos.

Mientras tanto, hay que celebrar que por fin estos temas de gran relevancia para labrar el futuro de nuestras comunidades hoy sean materia de discusión pública. Esperemos que sea un parteaguas y las comunidades nos preparemos y eduquemos para poder participar efectivamente de las discusiones que al respecto se avecinan, sin fanatismos, fobias o ceguera.

@GalateaSwanson