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Desgaste

 


Estamos a diez meses de la elección presidencial de 2024 y a pesar de ello ya existe un desgaste comunicacional sobre el tema.

Por más que se argumente que se tratan de procesos internos de los partidos políticos, a ojos de todos se trata del inicio de la carrera por la silla presidencial con actos proselitistas muy públicos en el que las preferencias de la ciudadanía se encuentran ya definiéndose. 

Incluso, desde hace meses, se vaticinaba que el proceso que lleva a cabo la coalición encabezada por Morena es el verdaderamente trascendente para establecer a la persona que ocupará el máximo cargo del Poder Ejecutivo a partir de 2024.

Hoy, aunque no ha cambiado el sentido general de dicha situación, resulta más interesante el panorama al integrarse de manera sorpresiva una nueva contendiente del bloque opositor, quien ha refrescado la contienda.

Sin embargo, a pesar de este nuevo suceso, las campañas -porque en la práctica eso son, aunque no en términos jurídicos- ya se encuentran debilitadas en la agenda informativa. No siempre al que madruga dios le ayuda. La ciudadanía ahora se encuentra informada de las corcholatas y contrarios, pero eso no significa que les sean relevantes en el día a día.

Casi todas las personas ya tienen su apuesta por quién ganará, pero se encuentran poco interesadas en darle seguimiento a las actividades que ya por varios meses las y los aspirantes a la candidatura presidencial se encuentran haciendo.

Este notorio que desgaste en vez de abonar a una cultura cívica y política entre la población, se encuentra generando fricciones y ayuda poco al avance de la democracia. La ausencia de propuestas en este punto convierte en esta muy adelantada carrera presidencial en un concurso de popularidad y no favorece a la construcción de ciudadanía activa y proactiva en sus entornos sociales.

Además, el proceso definitorio de las candidaturas presidenciales está incidiendo de manera directa en los procesos electivos para la integración del poder legislativo y los procesos locales.

Parece que a todos los niveles de gobierno y representación popular se está aplicando con ahínco “el que no se mueve no sale en la foto”. En las plazas públicas, en los espectaculares, en el transporte público, en la radio y en el volanteo, las y los aspirantes a las candidaturas para diputaciones estatales, federales y presidencias municipales también ya están en plena campaña.

El desgaste de las y los presidenciales es diferente que el de las y los aspirantes locales, pero no hace menos peligroso que el desgaste de sus figuras incida en la apatía de la ciudadanía por participar en los procesos democráticos y colectivos que se avecinan.

Sin duda, las y los aspirantes se encuentran ganando adeptos e influencias durante sus giras y actos, pero esta lucha por el poder tan adelantada, a la larga, nos puede ser muy contraproducente a la sociedad en su conjunto.

@GalateaSwanson