Menstruación, tabú y Estado
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Pegatinas Reivindicativas

Menstruación, tabú y Estado

 


Mucho revuelo ha causado esta semana la propuesta para la creación de la licencia menstrual en nuestro país. El Congreso de Ciudad de México envió la iniciativa al Congreso de la Unión para que las personas menstruantes puedan gozar de dos días de licencia con goce de sueldo en aquellos casos que la persona sea diagnosticada con dismenorrea primaria o secundaria incapacitante.

Y aunque es un paso en la dirección correcta, resulta un esfuerzo insuficiente para atender la deuda del Estado en materia de salud de las mujeres y personas gestantes.

Iniciando con el hecho de que la iniciativa solo propone la reforma a la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, es decir, únicamente esta licencia estaría disponible para las personas que laboran en lo que cotidianamente identificamos como “gobierno”. Esperemos que esto se corrija en el Congreso y se busque la reforma a la Ley Federal del Trabajo para que su aplicación sea general.

Además, para que realmente las personas que sufren de casos de dismenorrea incapacitante puedan acceder a este beneficio -en caso de que se apruebe-, necesitarán diagnóstico médico que reconozca y valide sus síntomas. Esta será otra lucha.

Existe en la práctica médica una actitud generalizada de minimizar el dolor de las mujeres. A consecuencia de ello, condiciones como la endometriosis apenas están siendo señaladas como una problemática real y de atención en las mujeres que reportan dolor incapacitante en sus periodos menstruales.

Conozco a más de diez mujeres a las que médicas y médicos les determinaron como normal vivir con un dolor que no les permite desarrollar actividades básicas… cuando no lo es. Por décadas estas mujeres han tenido que tratar de seguir el día a día sin el reconocimiento de una situación médica que requería diagnóstico y tratamiento adecuado, lo que impactó definitoriamente sus posibilidades de desarrollo profesional y en familia.

No solo se necesita la licencia, se necesita cambiar los paradigmas médicos en torno a la menstruación y los sesgos de género que derivan en diagnósticos equivocados o tardíos para las mujeres y personas gestantes.

Aunado a lo anterior, esta reforma debería de ser acompañada de otras que introduzcan la necesidad de incluir en la educación para la salud a la menstruación.

Hablar de menstruación continúa siendo un tabú en nuestra sociedad. No es posible hablarlo en público. Dios nos libre de que nuestra ropa se manche por accidente o que alguien se entere que estamos en esa etapa del ciclo menstrual cuando resulta lo más natural del mundo.

Aún parece que estamos traficando algún artefacto ilegal cuando compramos productos de higiene menstrual (cabe recordar que apenas hace un par de años eran objeto de IVA al considerarse artículos fuera del cuadro de primera necesidad a pesar de que la vasta mayoría de las mujeres -que somos más de la mitad de la población- requerimos mes a mes estos insumos). Aún restan muchos esfuerzos para normalizar a la menstruación en nuestras comunidades como un asunto prioritario de salud.

En la dirección correcta pero aún con una gran deuda. El Estado requiere realizar acciones más contundentes para ir cerrando una brecha que condiciona el actuar social de las mujeres y personas menstruantes.

@GalateaSwanson