¿Para qué sirven los derechos humanos?
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¿Para qué sirven los derechos humanos?

 


El pasado 10 de diciembre se conmemoró el Día internacional de los derechos humanos, lo que ameritó -un año consecutivo más- que las autoridades de todos los niveles lanzaran posicionamientos en relación de la promoción, respeto, protección y garantía de estos derechos. Se trata de una parada obligada que debe ser observada al menos con una publicación de Facebook o Twitter en las cuentas oficiales de las instituciones, pues sería mal visto que la efeméride pasara de largo del todo en la comunicación social de las dependencias y entidades del Estado.
Se vanaglorian los derechos humanos y se promete su cumplimiento, no obstante, se omite señalar que estos derechos constituyen una pesada loza a cuestas de las autoridades de todo tipo y nivel, ya que sus estándares implican obligaciones que acarrearían profundos cambios en las prácticas del poder público.
El amplio espectro de las materias que cubre y el catálogo en expansión de los derechos humanos a partir de su principio de progresividad también constituyen una condición que ha dificultado su comprensión y adopción. Si la pedagogía ha faltado para las autoridades, lo ha hecho aún más para las y los ciudadanos de a pie.
Y, sin embargo, el concepto de derechos humanos está más presente en la conversación pública que nunca. Se ha normalizado en gran medida la presencia del concepto que se ha trivializado e incluso desacreditado, argumentándose de vez en vez que estos derechos son obstáculos para el debido ejercicio de las leyes.
Es por ello que resulta una tarea urgente continuar el impulso de la agenda de derechos humanos, comenzando por socializar sus fines y las consecuencias que el respeto y garantía de los mismos conllevaría:
Los derechos humanos sirven para que de verdad se impongan consecuencias a las personas que delinquen y se evite la impunidad, en lugar de que personas inocentes sean obligadas a cumplir sentencias por crímenes que no cometieron. (https://bit.ly/31HdxXm; https://bit.ly/3rXYQtC).
Sirven para que tengamos acceso a una vivienda digna, a que la especulación inmobiliaria no nos desplace de los barrios tradicionales y que las autoridades verdaderamente dirijan el ordenamiento territorial (https://bit.ly/3oLqs3d; https://bit.ly/3EMtDx9).
Son necesarios para tener educación de calidad (https://bit.ly/3ELyTRC); tener hospitales, centros de salud y clínicas con medicamentos y personal suficiente y capacitado (https://bit.ly/3IH8G91); para tener un trabajo digno (https://bit.ly/3lYJhhv); para contar con alternativas de transporte público y políticas de movilidad efectivas, seguras y asequibles (https://bit.ly/3lYvYgO); para que no nos maten por migrar (https://bit.ly/3rYfwkM); para para exigir tener tiempo libre (https://bit.ly/3DLwSDA); para poder sobrevivir y revertir el calentamiento global (https://bit.ly/3GBc7MF) y para mucho, mucho más.
Aún con todas esas bondades, es primordial reconocer que alcanzar la utilidad de los derechos humanos se debe contar con mecanismos más fáciles y ágiles para su exigencia e implementación. Acceder a un amparo o recursos legales de alto nivel aún hoy es un lujo al que la vasta mayoría no podemos acceder.
Y, finalmente, recordar que los derechos humanos no son la panacea; si bien constituyen un horizonte de mayor justicia, es necesario que su agenda y contenidos sean puestos bajo los ojos críticos de los análisis descoloniales para que efectivamente puedan construir el mundo que narrativamente propone: uno en el que quepamos todos con dignidad.
@GalateaSwanson