Comunidades indígenas y rurales enfrentan un problema crítico: la falta de acceso a servicios de salud. A pesar de los avances en infraestructura y programas gubernamentales, muchas localidades siguen sin hospitales, clínicas o personal médico suficiente para atender las necesidades de la población.
Las comunidades más afectadas suelen estar en la sierra, la mixteca y la costa, donde los caminos de difícil acceso y la falta de transporte agravan la situación. Para muchos habitantes, la clínica más cercana se encuentra a varias horas de distancia, lo que dificulta la atención médica oportuna, especialmente en emergencias. Mujeres embarazadas, niños y personas mayores son los más vulnerables, pues muchas veces no reciben atención adecuada ante enfermedades o complicaciones de salud.
Uno de los principales problemas es la escasez de médicos y enfermeras en las comunidades. Muchos profesionistas de la salud prefieren trabajar en zonas urbanas debido a mejores condiciones laborales y salariales. En algunos pueblos, los únicos recursos disponibles son botiquines comunitarios administrados por promotores de salud sin formación médica formal, lo que limita gravemente la calidad de la atención.
Otro factor preocupante es el desabasto de medicamentos e insumos médicos. En los centros de salud rurales, es común que falten antibióticos, analgésicos y sueros, lo que obliga a los pacientes a viajar largas distancias para conseguirlos, muchas veces sin éxito. Además, las campañas de vacunación y prevención no siempre llegan a estas zonas, lo que incrementa la incidencia de enfermedades prevenibles como el dengue, la tuberculosis y la desnutrición.
La falta de inversión en infraestructura hospitalaria es otro obstáculo. Aunque existen hospitales en ciudades como Oaxaca de Juárez, Tuxtepec y Juchitán, no tienen la capacidad para atender a toda la población del estado. Muchos hospitales funcionan con equipo obsoleto y carecen de especialistas, lo que obliga a los pacientes a trasladarse a otros estados para recibir tratamiento.