Reino Unido, civismo; México, cinismo
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Reino Unido, civismo; México, cinismo

 


Se llama Liz Truss. Es miembro del parlamento del Reino Unido y ha ocupado la cartera de Asuntos Exteriores, un cargo muy importante para ese país que dominó y tiene bajo su cobijo a muchas naciones. Pertenece al Partido Conservador (allá no hay prejuicios) el de los tories, que está en el poder británico desde 2007 y que ha incurrido en medidas que han colapsado políticamente a la nación, como el caso del “Brexit” o salida de la Unión Europea, con serias consecuencias comerciales y de orden administrativo.

Aunque hay algunos pequeños partidos, en realidad el dominio parlamentario y político de Gran Bretaña lo ejercen alternativamente el Partido Laborista y el Conservador. Se rigen por el sistema parlamentario, que otorga la jefatura de gobierno al líder del partido que triunfa en las elecciones generales. En la actualidad, al partido Laborista se le debe designar “Muy Leal Oposición de su Majestad”, por ser la segunda fuerza en Westminster, donde se ubican The Houses of Parliament, las cámaras de los Comunes y de los Lores.

Mary Elizabeth Truss subió al cargo de Primer Ministro el 5 de septiembre de 2022, sólo tres días antes del deceso de la Reina Isabel II. Se daba el hecho por ser la líder del Partido Conservador y Unionista. Ha tenido una corta gestión de sólo 44 días. El 20 de octubre pasado presentó al Rey Carlos III su renuncia al reconocer incompetencia y falta de habilidades para el cargo. Sus medidas de política pública desencadenaron una crisis que indujo a la baja a la otrora fuerte Libra Esterlina. Su ministro de Finanzas también tuvo que renunciar.

Propuso una reforma fiscal que reduciría los impuestos a quienes más ganan, a los más ricos, pero también a todos los estratos de ingresos, lo que llevaría al Tesoro Británico a un déficit fiscal que debería ser compensado con endeudamiento público y que provocaría una baja en la inversión privada, ya que las empresas optarían por el reparto de beneficios y utilidades, con la consecuente acumulación de capital y en el mediano plazo al desempleo. La reacción inmediata de los mercados fue la devaluación de la Libra y un proceso inflacionario que inquietó a la sociedad.

Lo aquí referido no es una simple anécdota de lo ocurrido en estos días en una poderosa nación. Es un ejemplo vivo de sensatez, de honradez y de civilidad personal y política. Liz Truss será sustituida el 28 de octubre, por quien sea líder de su partido. Las elecciones generales serán hasta enero de 2025 y se espera el triunfo y regreso del Partido Laborista.

¿Se podría esperar algo semejante en México? No. La historia política de nuestro país desde 1932, sólo tiene un caso, cuando Pascual Ortiz Rubio renunció a la presidencia de la República, en pleno Maximato. Plutarco Elías Calles designaba a su gusto a los presidentes. Aquí no puede ocurrir lo del Reino Unido, aunque hayamos tenido presidentes como Echeverría y López Portillo que llevaron a la bancarrota a México y que sufrimos la humillación de la banca internacional y en el mercado petrolero. Mucho menos ahora, que el gobierno comete desaciertos en seguridad, en educación, en proyectos inviables, en tratar de destruir la democracia, en absorber todo el poder, en mentir cotidianamente, en traicionar, en corrupción evidente e ininterrumpida; en claras alianzas y tolerancias con la delincuencia organizada; con la simpatía a dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela; en el reparto del dinero público para implantar el culto a la personalidad; en militarizar a la administración pública y hacer de las fuerzas armadas el eje rector de las tareas que corresponden al orden civil.

Reino Unido y México, distancia mediada por un océano, distancia política por otro océano: el de la honradez y la civilidad. Allá, civismo. Acá cinismo. Ese es el designio trágico de nuestro acontecer. Dixit.