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Libertad y democracia: al estercolero

Desde las trincheras periodísticas, somos solidarios con los colegas asesinados, perseguidos, exhibidos, injuriados; víctimas de la intolerancia y la inquina de las secreciones del poder. Todos estamos expuestos.

Reseñamos hace una semana, que las tres supuestas transformaciones (Independencia, Reforma y Revolución), trajeron a México guerra, sangre, muerte, división y pobreza; significaron retrocesos en lo económico y en lo social, aunque para la historiografía oficial, esos acontecimientos fueron protagonizados por seres llenos de virtudes, sin defectos y preclaros ejemplos a seguir: nada más absurdo. Ahí están sus efigies en los billetes, en las monedas y ahora en el emblema oficial del gobierno federal, donde engarzados figuran Morelos, Hidalgo, Juárez, Madero y Cárdenas. Una quintilla que hacen recordar un pasado tan remoto y tan inútil que no permite a la juventud, ni a las generaciones presentes, imaginar que México puede ser superior a los desastres que hoy se arrastran, pues hasta la creatura cardenista PEMEX, es el peor ejemplo de empresa perdedora, corrupta, quebrada y endeudada.

Lo que se percibe en el ambiente, es que una propuesta de “cuarta transformación”, copiará lo malo que ocurrió en los siglos XIX y XX. México atraviesa por una recesión en lo económico, el crecimiento del Producto Interno Bruto ha bajado y sigue el camino del estancamiento al no poder rebasar dos puntos porcentuales para 2022 y siguientes años. Desde el mando presidencial se persigue, critica y se exorciza a la iniciativa privada y sus inversiones, se ataca y limita la inversión extranjera y en ambos casos se deprime el empleo. Desde temprano, por las mañanas, en dos o tres horas de perorata sin sustento, se hacen denostaciones, críticas, agresiones, agravios, mentiras, incorrecciones y es claro y evidente que desde esa tribuna se violan principios constitucionales, legales y normativos. Las instituciones y órganos autónomos e independientes están en la mira del arma destructiva; el manejo presupuestal se ha vuelto discrecional: pocos recursos destinados a inversión y a gasto públicos, inhibiendo el interés privado por participar en el fomento económico que urge en un país de pobreza creciente; todo se destina a “programas sociales” que no son más que fórmulas favoritas del populismo, para adocenar multitudes y refundirlas en la mediocridad y falta de aspiraciones, para obtener votos y para hacinar a la democracia en los estercoleros de una política de equívocos.

Aquí adentro, confeccionando el desastre: el futuro se ve mal, obtuso, con anticipos de tiranía dictatorial, de conculcación de las libertades públicas, de pisotear la Constitución y las leyes que alguna vez juraron cumplir y hacer cumplir. Hay bruma en el porvenir mexicano. La prédica mañanera exhibe ya la realidad de sus contradicciones: se enarbola  bandera de humildad, austeridad, pobreza franciscana, sencillez, pero se vive todo lo contrario. El periodismo de investigación y de combate se ha encargado de desmentir ese histrionismo y por ello, dedicarse a reportear, a opinar y a criticar en los medios independientes es ya una profesión de altísimo riesgo, con garantía de que la persecución comienza en el gobierno.

En lo internacional, se desdeñan las relaciones con países amigos y se los va convirtiendo en enemigos: Panamá, España y ahora Estados Unidos de América están en la lista de potenciales “enemigos”, “saqueadores”, “injerencistas”, “colonizadores”. Se inventa una “pausa” para ocultar el verdadero deseo de romper con España. En la ONU se hace el ridículo en nombre de México queriendo mediar en un presunto y lejano conflicto bélico. En política exterior y en diplomacia sólo estamos padeciendo vergüenzas y el mundo empieza ya a ver a México en la antesala de la dictadura. Hay un mando absoluto y un hato de serviles que luce por su inutilidad y cobardía.