La quimera danesa (o la salud en mal estado)

“En diciembre (de 2020) tendremos servicios de Salud como en Dinamarca”, dijo alguien conocido hace casi dos años. Era un camelo para los fans.

Los seres humanos construimos castillos en el aire, padecemos sueños guajiros y hay quienes pretenden emular el trópico con países escandinavos. Es válido tener aspiraciones y tener ilusiones, pero no se vale mentir cuando se sabe el incumplimiento.

Dinamarca está en el imaginario político de México y habrá que hacer la referencia, la comparación y el contraste. Es evidente que el supremo poder gubernamental está engañado, engañando y reprobado en geografía. Veamos.

México tiene 2 millones de kilómetros cuadrados de superficie. Dinamarca casi 50 veces menos: sólo 43 mil kilómetros cuadrados, la mitad del estado de Oaxaca. Alguien desconoce la inconmensurable magnitud y discrepancia.

México tiene 131 millones de habitantes. Dinamarca tiene sólo 5.8 millones. Nuestro país es 22.6 veces más poblado. En el Palacio Virreinal no saben que sólo la Ciudad de México o los estados de México, Puebla o Jalisco, tienen muchísimos más habitantes cada uno, que la soñada tierra de Hamlet.

Dinamarca es una monarquía parlamentaria, constitucional e indisputablemente democrática. La corona es hereditaria. México dice ser un país republicano pero la democracia cruza momentos de peligro por la insidia y encono oficial.

Dinamarca es un estado confesional: la religión luterana es la del Estado y la reina Margarita II es jefa de la Iglesia. Nadie se espanta de eso y hay plena y garantizada libertad de cultos; en las escuelas se puede impartir religión. En México se practica un laicismo excluyente, hostil e intolerante, especialmente contra la el catolicismo. 

Dinamarca es el país menos corrupto del mundo. México es el quinto país más corrupto del mundo. Es falso que ya no haya corrupción en el gobierno. Por el contrario, sigue siendo el centro de la misma; carecemos de civismo y rectitud en la conducta pública.

El Producto Interno Bruto (PIB) por habitante en Dinamarca es superior a 53 mil dólares. El PIB por persona en México es de casi 10 mil dólares: casi cinco más pequeño. En Dinamarca hay una sólida clase media y nadie se empobrece. En el México de la transformación ficticia cada vez hay más pobres y la clase media, trabajadora y pagadora de impuestos, es combatida, perseguida, agraviada, despreciada.

En Dinamarca, los servicios de salud y sanitarios, cubren al ciento por ciento de la población, con clínicas y hospitales de tercer nivel (lo más elevado), no faltan medicamentos ni camas de hospital. No se persigue a las empresas farmacéuticas. Dinamarca goza de un estatus de bienestar más alto del mundo. Aquí en México, “bienestar” un eslogan de campaña política permanente y un banco disfuncional del populismo. 

Dinamarca no ha militarizado los servicios públicos de los ramos civiles. ¿Y en México…? sin palabras.

Dinamarca sólo tiene una frontera terrestre: 140 kilómetros, con Alemania. Un litoral de 7,314 km.; nosotros tenemos 11,122 km, en dos grandes océanos y en el Caribe. Pero la pesca en Dinamarca es más rica que acá.

Decir, como se repite en las conferencias matinales, desde la tribuna de una sola voz, de un solo hombre, con preguntas preparadas y leídas por “paleros”, que vamos a tener servicios médicos y nivel de vida como en Dinamarca, no es un sueño ni una aspiración: es una mentira, es un elemento para engañar a la gran masa de simpatizantes sujetos de acarreo al zócalo capitalino.

Las menciones a Dinamarca en el lenguaje del poder gubernamental, no corresponden a una cruda realidad mexicana: son fantasías que se vierten para simular un estado de bienestar del que carecemos.

(Fuentes de datos: INEGI, Banco Mundial, Expansión, FMI)