Corcholatas: sucesión y regresión
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Corcholatas: sucesión y regresión

 


El poder en turno ha definido de manera un tanto burlesca y despectiva a quienes podrían aspirar a la candidatura presidencial de 2024: son simples “corcholatas” o fichas baratas con las que se jugaba conquián o brisca. En los tiempos pasados fueron “tapados”, que fumaban cigarrillos “Elegantes”, pero la política también es materia que se degrada por el sometimiento a voluntades unipersonales y absolutas.

No se entiende muy bien por qué tres años antes de que concluya el actual período presidencial, marcado por una llamada transformación que no alcanza sus pretensiones, se insiste en anunciar repetidamente por parte de quien ocupa la titularidad del Poder Ejecutivo, que se da por satisfecho y que se jubilará apenas concluya su mandato, optando, dice, por el retiro y desconexión absoluta de la cosa pública. Es algo que muy pocos creen, como cuando hace tres lustros dijo que “lo dieran por muerto”.

Pero entre las ocurrencias y obsesiones que a diario se vierten en las sesiones mañaneras de larga duración, sin sustancia, con largas pausas y cargadas de agravios y ofensas contra quienes no concuerdan con su ideario, se ha hecho evidente que desde las alturas del poder el dedito ha hablado: hay una favorita, es la jefa de Gobierno de la capital de país, cosa que tiene sus bemoles y sus “asegunes”. Veamos.

La llamada 4T piensa y opera en función de dos etapas del pretérito: una de ellas, el siglo XIX en la época de la tremenda pugna entre liberales y conservadores, que prácticamente destruyó al país con guerras internas y dividió de manera funesta a la población, generando en lo económico sólo pobreza. La otra época añorada por un sector de esa corriente, se refugia en el siglo XV, con la idea absurda de que el mundo azteca o mexica era una suerte de paraíso en que dominaban las bondades de los dioses y la bonhomía de los tlatoanis, cuando la verdad es que era un reino de tiranía, antropofagia, crueldad y millares de sacrificios humanos cada día.

La elección de “corcholatas”, mencionando a varias sólo a manera de distracción, tiene sólo una destinataria, a quien se ubica sin duda en el ala radical de un confuso ideario que no transforma para bien, sino que más bien destruye y está destruyendo las bases y fundamentos de lo que fue la estructura económica que permitiría el acceso a mejores satisfactores para la población en salud, educación, energías, libertad de comercio, competencia, ciencia, tecnología y otros recursos culturales.

Pero la obsesión presidencial por una sucesora, conlleva dentro del mismo círculo de poder, el surgimiento de pugnas y alternativas, que llevarán sin duda a un quebrantamiento de la línea todopoderosa que impone el poder máximo. Claudia Sheinbaum representa, o al menos eso proclama, la lealtad ciega a la voluntad y línea ideológica presidencial. De llegar a la meta planeada, los tumbos políticos serán más graves y las consecuencias para la estabilidad económica y política pudieran ser irremediables, por cosas vistas en las Fiestas Patrias: la fuerte adhesión y simpatía por regímenes dictatoriales de Cuba, Venezuela y Nicaragua, rompiendo con el mundo global al que irremediablemente pertenecen las economías de Occidente, portadoras del progreso económico.

Frente al ánimo supremo, están, dentro de Morena, dos opciones más, que se empeñarán en romper esa propuesta. Uno es el Canciller, con una visión más amplia del mundo y de las posibilidades de apertura para un mejor alcance de logros económicos. Marcelo Ebrard hace todo para congraciarse con el poderoso, pero eso mismo puede ser su punto débil frente a otras fuerzas políticas, aunque en el exterior, la influencia internacional puede favorecerle.

Ahí está Ricardo Monreal, líder de Morena en el senado, con su amplia trayectoria y más congruente en sus posturas pasadas y presentes, aún con sus cambios de chaqueta partidaria. Será un interesante desafío. Seguiremos en este palenque, sin pintos ni colorados.