Estas ruinas que verás
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Opinión

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Estas ruinas que verás

 


La paráfrasis se refiere a una obra de Jorge Ibargüengoitia: Estas ruinas que ves, tupida de recuerdos juveniles: maestros, amoríos, adulterios, tardes bohemias, romances y frustraciones. Al final, esas memorias toman el sesgo de aquello que se fue derruyendo con el tiempo. Cuévano no sólo es un lugar imaginario de provincia, puede ser la proyección de un país que pudo tener esplendor o que iba en camino de lucirlo, pero que se topó con la obscuridad política que fue apagando sus luces.

Si México se contaba entre las quince economías más grandes del mundo, se debía a que existían libertades económicas: inversión gubernamental y privada; había concertado con dos naciones poderosas, Estados Unidos y Canadá, un afortunado acuerdo comercial en 1994 que flexibilizaba comercio y aduanas; que potenciaba la mano de obra e iba generando empleos. A pesar de ello, subsiste pobreza, generada especialmente por el desmesurado crecimiento urbano, cinturones de miseria, ciudades perdidas, como en otros países de América Latina. Mucho se piensa en la pobreza rural, pero ésta se ha medido en términos de ingreso per cápita, sin considerar que, por muchos años, la economía campesina se sostenía en la autosuficiencia y el autoconsumo, sin problemas por falta de alimento o hambrunas: pequeñas parcelas de cultivo familiar: maíz, frijol, chile; gallinas, pollos; algún chivo, un cerdo y quizás hasta una vaca y faltar una yunta de bueyes para el arado de los sembradíos pequeños. 

Las limitaciones de la legislación agraria, más demagógica que favorecedora de la mejora en el campo, impedían el crecimiento de la agricultura extensiva y se fue demostrando la falla del sistema ejidal. La insuficiencia de agua para el regadío obligó a los regímenes gubernamentales, crear acertadamente los grades distritos de riego: se construyeron enormes presas de almacenamiento y otras derivadoras para mantener más de uno o dos ciclos de cultivos. El Banco Mundial  y el Banco Interamericano de Desarrollo jugaron un importante papel en el desarrollo de la agricultura intensiva principalmente en el norte del país. 

El impulso a la industria, a la infraestructura de transportes, puertos, carreteras, al suministro hidráulico, a la vivienda y al turismo, se debió en gran parte a los créditos con esos mismos bancos, cuya gestión se iniciaba en el Departamento de Organismos Financieros Internacionales de la Secretaría de Hacienda y crédito Público. Los elementos que garantizaban inversión y gasto, se sustentaban en que ambos bancos y el gobierno federal se comprometían, durante la vigencia del crédito, a la ejecución efectiva de las grandes obras.

Las cosas empezaron a colapsar durante el período de populismo y demagogia (1970-76 Echeverría) y la frivolidad y excesos de (1976-82 López Portillo). Devaluación, inflación galopante, crisis de la deuda, detuvieron el crecimiento económico que tardó lustros en recuperar. Llegaron con el Tratado de Libre Comercio con EE.UU. y Canadá,  períodos en que se expandió y se abrió la economía mexicana al mundo. Se suscribieron tratados y acuerdos comerciales con más de 20 países y organismos y, a pesar de la recesión de 2007-2009, México mantuvo un crecimiento moderado, pero siempre positivo, lo que ocurrió hasta 2018 cuando las cosas dieron un vuelco bien conocido y desde entonces no sólo hay cifras negativas de crecimiento. La inversión pública y privada se contrae peligrosamente. México es ahora país del que desconfían inversionistas y socios extranjeros y locales. Se han descuidado lastimosamente los sectores salud y educación; el empleo decrece y el ingreso real también, aunque se disfrace con aumentos al salario mínimo. El pleito gratuito con las instituciones, con el sector privado y con imaginarios gigantes adversarios del conservadurismo ha inhibido no sólo la mejora económica, sino también las esperanzas de un país mejor. Hoy tenemos, aparte de las arqueológicas, las ruinas económicas que ya estamos mirando. Tenemos 56 días para propiciar un cambio. 

EXTRA: Nuestra simpatía con Carlos Loret de Mola