La vacuna en Mitolandia
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La vacuna en Mitolandia

 


El 19 de julio de 1969, ha 51 años, mirábamos con asombro la llegada del hombre a la luna. Un astronauta de los Estados Unidos, Neil Amstrong, daba aquel famoso y mítico “pequeño paso para el hombre y gran salto para la humanidad”. Ocho años antes, un cosmonauta soviético, Yuri Gagarin, había realizado el asombroso primer vuelo espacial alrededor de la Tierra. Las naves Vostok-1 y Apolo 11, completaban el sueño de Julio Verne (sus novelas De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna predijeron el hecho). Por la parte americana, el precursor científico fue Wernher von Braun, creador de los proyectiles V-1 y V-2 alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Por la parte soviética fue el también científico en cohetería Serguéi Koroliov.

Años después, surgieron rumores curiosos. Que la llegada a la Luna fue un montaje cinematográfico, atribuyendo al extraordinario cineasta neoyorkino Stanley Kubrick la creación de las escenas del módulo lunar, la caminata y la ondeante bandera gringa en un suelo sin viento. Todo puede ser, se decía, ya que en 1968 Kubrick estrenó “2001: Odisea del espacio”, formidable filme de ciencia ficción y hoy de culto, que no deja de causar admiración y dificultades para su interpretación.

El martes 23 de diciembre, hace sólo 4 días, un público mexicano atónito, veía por televisión y redes sociales, la llegada de una aeronave de famosa empresa de paquetería, rojo y amarillo, que transportaba la inmensurable (je, je) cantidad de tres mil (sí, tres mil) vacunas bien empacadas para combatir la propagación del Covid-19, elaboradas por Pfizer y BioTech. La transportadora DHL y los laboratorios, son grandes empresas transnacionales, del mundo global, del mundo neoliberal tan denostado en el México de la transformación de retroceso, de una transformación que sin neoliberalismo está condenada al fracaso económico.

Ahí estaban en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México, como los astronautas en la Luna, los secretarios de Relaciones Exteriores, de Salud y de la Defensa Nacional, acompañados del infaltable subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, recibiendo el delicado paquete que contenía las tres mil vacunas que serán aplicadas en doble dosis por persona (para 1,500 solamente), lo que representa algo así como el 0.00115 por ciento de la población mexicana. El valioso cargamento fue directo a una instalación militar y no a un centro médico u hospitalario, como debía ser.

Los aguerridos secretarios de despacho estaban firmes, con el pecho hacia adelante, orgullosos; uno parecía Patton viendo a sus tropas cruzando el Rin; otro parecía Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina y otro más, Winston Churchill, celebrando el triunfo de la Royal Air Force sobre la Luftwaffe en la Batalla de Inglaterra; y, tratando de robar cámara, un pretendido vicealmirante de la USNavy (como llaman muchos migrantes a sus hijos), creyéndose en la batalla de Midway.

Mientras, en el remozado Salón Tesorería del Palacio que fue los Virreyes, un aspirante a émulo de Franklin D. Roosevelt, (ese, el del New Deal), aprovechaba el tiempo para agredir y denostar a un trío de partidos que se han aliado (Va por México), para competir en las elecciones de junio de 2021. La execrable dureza verbal contrastaba con una llamada “Guía ética para la transformación de México”, que recomienda no mentir, no agredir, no insultar, no discriminar, no agraviar a nadie, así sean enemigos; esa mala copia del Decálogo y del catecismo de Ripalda con gotas de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que recuerda las brutales matanzas de la Revolución Francesa y al “Incorruptible” Robespierre, guillotinado después con todo y su Comité de Salud Pública (inspirador de la famosa Guía).

En fin, México sigue siendo una tierra de mitos, Mitolandia que bien hubiera inspirado a Edgar Poe o H. P. Lovecraft, literatos y narradores del terror y del horror. Como terror y horror es el desmedido ataque a la democracia que se vomita desde el poder, pavimentando el camino a la dictadura, a la tiranía de Estado y a la conculcación de libertades. El 2021 será un caldero político que el voto popular puede enfriar (si nos dejan, diría aquel… y mañana es día de los Inocentes).

¡Feliz Año Nuevo!