Economía: un plan alterno factible
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Economía: un plan alterno factible

 


El 6 de mayo, el Consejo Coordinador Empresarial, encabezando a otros doce organismos, presentó a la presidencia de la República, el documento “Recomendaciones para el Acuerdo Nacional – 68 ideas para México”. Se plasman opiniones de 263 panelistas y de 135 mil personas, resultado de mesas de trabajo celebradas en abril, contando con expertos en economía, salud, agronomía, mercados, transporte, administración, ingeniería, sociología, académicos e investigadores.
Lo expresado representa el punto de vista de los sectores industrial, comercial, turístico, alimentos, de servicios y, en general, de todos los ramos que generan empleos, que producen y distribuyen bienes a la sociedad; que fabrican insumos para las cadenas productivas. En suma, que abastecen los mercados y, muy importante: contribuyen al pago de impuestos, fuente principal de ingresos del gobierno federal que los reclama para satisfacer sus programas sociales y los insustanciales proyectos, que ante la crisis no garantizan una tasa de rentabilidad positiva y si, en cambio, están generando enormes pérdidas, desangrando al erario de manera irresponsable.
El contenido de las Recomendaciones y sus 68 ideas, está dividido en tres grandes apartados: Acciones inmediatas para solventar la crisis; Acciones para reabrir la economía; y Acciones de mediano y largo plazo para detonar el crecimiento incluyente y el desarrollo social. Constituye, una vez revisado y cuidadosamente analizado, la alternativa para estimular la recuperación de la economía mexicana, ante el surgimiento de la severa crisis de salud que ha afectado a todos los sectores productivos y el empleo.
El llamado Plan Nacional de Desarrollo (PND) propuesto por el gobierno federal en 2019, es un pronunciamiento político, pero que de ninguna manera favorece el crecimiento económico y mucho menos estimula el desarrollo, ya que sus fines principales son el reparto indiscriminado de recursos a fondo perdido y a los tres conocidos proyectos gubernamentales, destacando la exagerada provisión de fondos públicos a la obsolescencia de una refinería y a PEMEX, la petrolera más ineficiente del mundo. El PND no estimula la inversión pública y no encamina el gasto público a objetivos que estimulen el mercado ni los empleos, por el contrario, favorecen el ocio y la dependencia de dádivas gubernamentales. En ese Plan oficial, se inducen comportamientos no ortodoxos en el manejo económico y regresivos en políticas públicas, por el desconocimiento evidente de los integrantes de un gabinete inexperto.
Pero si los contenidos del PND son inoperantes, la actitud gubernamental, expresada en la improvisación de reuniones matutinas a modo, sólo muestra desconocimiento de temas sensibles para la reconstrucción, el desarrollo y la tranquilidad pública. El sector empresarial y la crítica son sometidos diariamente al escarnio y la procacidad de un lenguaje desarticulado y lleno de prejuicios ideológicos pasados de moda.
La iniciativa privada sólo ha recibido desprecio, insultos y desdén. Usando como fórmula insistente y machacona “la corrupción”. Desde la cúspide del poder, sólo se ve de manera negativa lo que hacen fantasiosos “adversarios” y “conservadores” que pululan en una mente nada propositiva. Una de las insistencias presidenciales, es que la iniciativa privada pide rescates tipo Fobaproa, lo cual es falso. En el documento empresarial no se propone ninguna redención ni exenciones tributarias.
Las 68 ideas estructuran con solidez, la forma en que gobierno, empresas y ciudadanos, deben ir conformando la recuperación de nuestra economía, lo que al término de la emergencia permitirá el restablecimiento de los empleos perdidos, la rehabilitación de fábricas, comercios, hoteles, restaurantes, talleres, de micro, pequeños y medianos negocios. Pero quien ocupa la presidencia desprecia y desdeña ideas que no sean las suyas y desliza todo interés de encuentro propositivo, hacia la inoperancia de colaboradores (algunos de conocida reputación).