Morena, su dilema
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Morena, su dilema

 


Dicen que para que la cuña apriete debe ser del mismo palo. Eso sucede con el partido Morena que, en el caso específico de Oaxaca, se están batiendo en un juego sucio para imponer a su conveniencia los métodos para la próxima elección interna de la dirigencia nacional. 

La tribu que encabeza el senador Salomón Jara insiste en no acatar la disposición de la autoridad electoral de que su próximo presidente y secretario general surjan de una consulta abierta y luego la renovación de sus comités estatales. Ayer ordenó “madruguete” para imponer como dirigente estatal a su sobrino Sesul Bolaños. Ordenó una simulada sesión de consejo estatal que, por irregular, no tiene validez. El albazo sucede cuando a nivel nacional están en preparativos para la elección interna a través de la consulta abierta, tal como lo ordena la autoridad electoral. 

Estas actitudes prenden focos rojos. La alerta surgió ayer y vino de una voz autorizada, la del gobernador de Puebla Luis Miguel Barbosa Huerta. Dice que los militantes del Morena “por sus luchas internas no han podido asumir la actitud institucional que se requiere de un partido en el poder”.

CHICHO, SU VIDA 

A finales de los años 60, siendo muy jóvenes, conocí al terrible Chicho. Con este nombre lo traté, aunque también decía llamarse Narciso Reyes o Juan Diego. Para todos era Chicho. 

Acicateados por las necesidades de la vida llegamos a trabajar a esa gran escuela que significó para nosotros el periódico Carteles del Sur. El director, don Néstor Sánchez Hernández, como el tolerante maestro que fue nos encauzó a la disciplina para cumplir como ayudantes tanto en el taller como en la redacción. Con sus gritos milicianos nos reconvenía, pero su voz recia variaba a la palabra persuasiva cuando nos sentaba frente a su escritorio. Todos los días se daba tiempo para conducirnos al oficio del periodismo e inculcarnos al hábito de la lectura. No fue tarea fácil -supongo- moldear a dos jóvenes surgidos del lumpen. Por eso digo que don Néstor fue un bondadoso tutor. 

Eran tiempos del periodismo romántico, cuando las noticias se captaban desde el lugar de los hechos (no con el copy paste de hoy) y las letras se fundían en el metal que moldeaba el linotipo. Las cabezas (títulos) se hacían con tipo (letras) movible y el periódico se imprimía en la prensa plana. En las madrugadas nos turnábamos para corregir las planas que salían de la Prensa. Ay de aquel que dejara pasar un error, el director montaba en cólera. 

La imperturbabilidad inmensa del maestro Néstor dio resultados. Chicho empezó a escribir notas sociales y su columna “Me lo dijo un Pajarito” con las habladurías más recientes de la juventud oaxaqueña de aquellos años, tuvo mucho éxito. Era como el Hola de la farándula de hoy, claro, en blanco y negro. Yo me encaucé con la nota policiaca y luego me hice reportero de variadas fuentes.  

A finales de los 70 me fui a la capital del país y Chicho con su bagaje de conocimientos se fue al Diario Noticias y luego al Tiempo donde consolidó su irreverente columna “Con Mayúsculas” con el seudónimo de Juan Diego.

Hasta la primera semana de este mes de agosto en que la maldita pandemia lo alcanzó, su crítica fue valiente, contumaz. Hizo un periodismo que los abusivos del poder consideraban corrosivo. No fueron pocas las amenazas y persecuciones que recibió.  

Fuimos compañeros de muchas aventuras, algunas verdaderamente temerarias. En el 2006 participamos en un programa de “Radio Tiempo”, que transmitía el Diario del mismo nombre desde su Redacción. Lo conducía el colega Antonio Cruz Carrasco y participábamos, entre otros, Adrián Ortiz, Misael Sánchez, Pedro Azóstegui (qepd), Chicho y este escribidor. Fustigamos duramente el vandalismo de la APPO. Prácticamente nos atrincheramos en el edificio del periódico. Las puertas y ventanas reforzadas porque en las calles andaba la “brigada móvil” del cartel 22 literalmente cazando a los que no comulgaban con las ideas de los revoltosos.  

Tiempos en que se puso a prueba el periodismo que estaba del lado del verdadero pueblo y las buenas causas, sin fobias ni filias políticas. 

Hoy que Chicho ya no está recuerdo al novelista francés Malraux con su frase: “la muerte sólo tiene importancia en la medida en que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida”. Y Chicho le dio mucho valor a su vida en el periodismo. 

Hasta luego Chicho, la pandemia contribuyó a dejar un hueco difícil de llenar en el periodismo oaxaqueño. Lamento tu partida y dos cosas más: no poderte despedir físicamente en tu última morada. Hasta eso nos impidió la emergencia sanitaria. Tampoco pudimos jugarnos la última broma. Hasta pronto irreverente amigo, hermano, colega.  

 

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