“Yo soy yo y mi circunstancia”
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Opinión

Es mi opinión

“Yo soy yo y mi circunstancia”

 


Un amigo mío me dijo que en mis comentarios debería ser siempre optimista, observación que le agradezco y me da al mismo tiempo, oportunidad para hacer una reflexión precisamente sobre ese tema: el optimismo.

Por supuesto que el optimismo es indispensable para remontar los escollos que la vida misma nos ofrece constantemente, esa actitud llamada optimismo distingue a los triunfadores y especialmente a las personas que siempre están dispuestas a servir a sus semejantes.

Por lo general los individuos optimistas conocen el secreto de manejar las circunstancias a su favor, lo que les permite resolver sus problemas con mayor eficacia y en menos tiempo y con menor esfuerzo. Pero para ello primero tenemos que conocer nuestras circunstancias, y ese es el detalle que la mayoría de los humanos desconocemos.

Para conocer y evaluar nuestros problemas a resolver, primero tenemos que saber quiénes somos, y es allí donde empiezan los asegunes. No es mi propósito filosofar ni exponer un ensayo sobre esa cuestión. Para no meterme en embrollos que están muy por encima de mi capacidad intelectual, me apoyo en la sabiduría de don José María Ortega y Gasset.

Este brillante sociólogo y filósofo español cuya obra literaria y pensante se realizó en la primera mitad del siglo pasado, para definir quién es, simplemente dijo: “Yo soy yo y mi circunstancia”. Es sencilla esta respuesta, pero encierra tanta verdad que ningún otro pensador la ha superado en cuanto a su capacidad de síntesis y la lógica para comprenderla.

Debo reconocer que no hay escapatoria: somos simplemente nosotros y nuestras circunstancias. Nada de lo que nos rodea nos es ajeno, y de una forma u otra nos afecta y, por lo tanto, ese efecto del mundo que nos rodea nos empuja a ser optimistas o pesimistas.

Las circunstancias que rodean a nuestro ser nos confunden y nos ponen en riesgo de caer en falsos optimismos, y todos sabemos que las falsedades son el camino al penoso museo de los fracasos. ¿Se vale ser optimista siempre? Sí, pero en base a la verdad y no en falsas expectativas que llegado el momento solo nos ofrecen un montón de frustraciones, muchas veces innecesarias.

Puedo asegurar que el individuo que conoce mejor sus circunstancias es el más apto para alcanzar el triunfo en este vasto universo de actividades humanas. Ninguna profesión, oficio, arte, filosofía, religión, así como todas las ramas de las ciencias que comprenden todo el conocimiento humano, escapa al concepto “yo soy yo y mi circunstancia”.

Por lo tanto, y a manera solamente de ejemplos, el político, el catedrático, el consejero espiritual, el artista, el científico, así como el malhechor y el sujeto más ignorante que podamos concebir en el lugar más recóndito, no pueden ir, ni ser más allá, ni más acá de sus circunstancias. Lo mismo ocurre con el poderoso, el enfermo y el saludable. No hay salida.

Después de estas reflexiones que parecen pesimistas, quiero decirles que hay muchas, pero muchísimas razones, para mostrarnos y ser optimistas ante nuestras circunstancias existenciales, sean estas las que fueren. Porque el hombre que conociendo sus circunstancias, puede valerse de ese conocimiento para modificar sus circunstancias personales, y así ser no sólo optimista, sino un triunfador como aquellos pocos que en el mundo han sido.

Así las cosas, se vale ser optimista, y ese optimismo es mucho más productivo y satisfactorio cuando se basa en la verdad y en el conocimiento de nuestras circunstancias. Y cuando el optimismo es para servir a los demás es cuando moralmente las actitudes positivas se elevan a la cumbre de la evolución pensante. Por qué siendo, humanos, cada humano es parte viva de nuestras propias circunstancias. Es el hombre en sociedad y la sociedad misma, es una circunstancia humana.

Es mi opinión. Y nada más…

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