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Opinión

El hombre y su palabra

AMLO vete ya

 


Desde que López Obrador se encontraba en campaña, los “líderes de opinión” lo acusaban de dividir a la población, de polarizar.  Pero el ahora presidente ha tenido razón al señalar que México es un país desigual, donde un número de reducido de la población tiene amplias oportunidades educativas, laborales, políticas, entre otras, mientras la mayoría, por más que se esfuerce, no puede mejorar su situación.

De acuerdo con el último informe de movilidad social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, 74 de cada 100 mexicanos que nacen en la base de la escalera social, no consiguen superar la condición de pobreza. En términos regionales, el Sur tiene una menor movilidad en comparación con el Norte y Centro-Norte. El estudio también da cuenta que las mujeres tienen menos posibilidades que un hombre de escapar de la pobreza. Por otro lado, al considerar la riqueza, el informe señala que los mexicanos de tonos más oscuros experimentan menor movilidad ascendente y mayor movilidad descendente respecto a quienes tienen un tono de piel más claro. En nuestro país, origen es destino.

Para cambiar la realidad de millones de mexicanos, López Obrador se comprometió a acabar con la corrupción e impunidad, culminar con los gastos excesivos del gobierno, apoyar a los grupos más vulnerables, frenar la violencia e inseguridad, entre otras cosas. Su proyecto alternativo de nación junto al hartazgo a los demás partidos, le permitieron llegar a la presidencia con más de 31 millones de votos a favor.

A un año y medio de gobierno, podemos reconocer avances como la eliminación de los privilegios fiscales, la aprobación del etiquetado frontal de advertencia, el incremento del salario mínimo, los apoyos a estudiantes y adultos mayores, entre otros elementos; por otra parte, también es válido señalar su obstinación con los hidrocarburos, el favoritismo que tiene con empresarios como Salinas Pliego, mantener a funcionarios como Bartlett, etc. 

De la misma manera se puede sopesar las acciones emprendidas durante pandemia de COVID-19. A pesar de las limitaciones del sistema público de salud, el gobierno ha buscado la forma de adquirir material y equipos de salud, también ha implementado un programa de reconversión hospitalaria, que ha permitido la ampliación de las capacidades de respuesta y evitado que el sector salud colapse; por otra parte, es apropiado criticar la laxitud en las medidas para enfrentar el coma inducido en la economía, la falta de apoyos para aquellos grupos que no son beneficiarios de los programas de bienestar, la ausencia de un ingreso básico universal, y demás. 

A pesar de los aciertos y errores del gobierno de López Obrador, mantiene el respaldo de la población. Según la última encuesta de Buendía&Laredo, 58% de los mexicanos aprueba el trabajo del presidente. En el contexto actual, 65% evalúa favorablemente su gestión frente a la contingencia; 60% califica favorablemente las decisiones para reactivar la economía. 

El pasado sábado, un segmento de la población, que no está de acuerdo con el presiente, salió a manifestarse en sus automóviles por las principales ciudades del país. Lejos de señalar puntualmente los errores en la administración de López Obrador, sus carteles exhibían frases como “AMLO vete ya”, “Fuera Morena”, “Fuera AMLO socialista y abortista”, “Comunismo fuera, no más socialismo del siglo XXI”, entre otras. 

Más allá de mostrar su lejanía con la realidad de millones de mexicanos, preocupa que su discurso simplón alcance a la población que se encuentra en la base de la escalera social. Y es que ese mismo discurso es alimentado día con día en los medios de comunicación, porque en esos espacios las cosas no han cambiado, los mismos de siempre siguen teniendo la palabra. Sin ningún ánimo de contrastar las medidas y resultados de este gobierno, califican negativamente todo y piden la renuncia del presidente. 

Por supuesto que no todo le está saliendo bien a López Obrador. Hay que exigirle, y mucho, al presidente para que redoble esfuerzos y recapacite en algunas de sus decisiones, pero de ninguna manera contribuyamos al juego de los grupos privilegiados.


aa

 

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