Impacto desigual del Covid-19 en Estados Unidos
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El hombre y su palabra

Impacto desigual del Covid-19 en Estados Unidos

 


En los últimos días, Estados Unidos se ha convertido en el epicentro de la pandemia de Covid-19. Hasta el pasado domingo, el vecino país de norte registraba más de 530 mil casos confirmados de Covid-19 y más de 20 mil defunciones por esta enfermedad.

A pesar de ser de una las principales potencias en el mundo, Estados Unidos está sufriendo una crisis sanitaria y económica.

Como ocurre con los desastres naturales ­-los huracanes, las inundaciones, los sismos, entre otros-, el Covid-19 tiene consecuencias más graves en grupos de la población históricamente vulnerables. Estados Unidos no podría ser la excepción.

Actualmente, la ciudad de New York es las más afectada en aquel país. De acuerdo con un informe preliminar del Departamento de Salud e Higiene Mental de la Ciudad de Nueva York, del total de muertos por Covid-19, 34% son hispanos, 28% son afroamericanos y 27% son anglosajones. El mismo comportamiento se observa en otras ciudades como Chicago, Nueva Orleans y Milwaukee. Aunque en esas ciudades no son el grueso de la población, los afroamericanos e hispanos sí representan una proporción importante en el número muertos y enfermos la pandemia.

Las propias autoridades han reconocido el impacto diferenciado del Covid-19, han explicado que se debe al menor acceso a los servicios de salud. No es que genéticamente los afroamericanos e hispanos sean más vulnerables al virus, sino que la pandemia ha sacado a flote las desigualdades en la sociedad estadounidense.

Además de la carencia en el acceso a los servicios de salud, estos grupos seguirán exponiéndose al virus porque laboran en actividades que el gobierno a determinado “esenciales”, y porque en este momento necesitan garantizar su subsistencia, a pesar del riesgo que esto implica.

Los migrantes también son un grupo vulnerable. Ellos tampoco tienen garantizado el acceso a los servicios de salud y muchas veces son víctimas del odio. Pese a ello, se encuentran en la primera línea para mantener en pie a Estados Unidos. Según una investigación del Migration Policy Institute (MPI), hay 6 millones de migrantes que se mantendrán trabajando para mantener sanos y alimentados a los residentes estadounidenses.

En 2018, los migrantes representaron el 17% de la población que se encontraba trabajando. Frente a la pandemia, su contribución es fundamental ya que representan al 29% del total de médicos, 38% de los asistentes de salud en el hogar y 23% de los trabajadores de farmacias. Asimismo, su relevancia se observa en la industria de la producción de alimentos, donde contribuyen con 62% de los clasificadores de productos agrícolas y 48% de los trabajadores agrícolas.

El estudio señala que los migrantes también se encuentran entre los principales afectados por el freno de la actividad económica. Se calcula que 6 millones de migrantes fueron afectados por los despidos masivos en restaurantes y hoteles, servicios de limpieza en oficinas, cuidado infantil en el hogar, entre otros.

Seguramente, los migrantes ilegales son quienes están en la peor situación. De por sí han sido explotados y mal remunerados en sus trabajos, por eso no puede esperarse que ahora sus patrones les brinden el equipo y materiales necesarios para que sigan llevando a cabo sus labores en condiciones adecuadas. Por otra parte, aunque contribuyen a la economía de Estados Unidos a través de su trabajo y pagando impuesto, no pueden acceder a seguros de desempleo por su situación legal. La principal ayuda que tienen son los miembros de familia, amigos y organizaciones no gubernamentales.

Como en los desastres naturales, se esperaría que las medidas sanitarias y de recuperación económica consideran la desventaja en que se encuentran algunos grupos de la población, de tal forma que no se siga ampliando la brecha de desigualdad.

Ya lo han manifestado diversos especialistas, la situación por la que estamos pasando nos exige replantear la sociedad que queremos. Definitivamente, la que tenemos no garantiza el trabajo digno, ingresos suficientes, salud, educación, vivienda, etc., para la mayoría de la población. Después de la crisis, la normalidad debería ser otra.