El México de las mañaneras
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Opinión

El hombre y su palabra

El México de las mañaneras

 


Las conferencias mañaneras del presidente López Obrador siguen siendo espacios que se han prestado más a la improvisación, descalificación y tergiversación que a la comunicación. Nadie dejaría de reconocer el esfuerzo que significa presentarse de lunes a viernes a las 7 de la mañana, sin embargo, esto resulta infructuoso cuando vemos que el tema del día no son los resultados del gobierno, las próximas tareas o actividades, sino las imprecisiones y ataques del presidente. Y es que debe importar los conocimientos que tenga el primer mandatario sobre los diversos temas, ya que de ellos emanan acciones, programas y proyectos para la sociedad.
Para ejemplificar lo anterior, podemos recordar cuando el presidente señaló que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) no servía porque la pobreza no había disminuido. La realidad es que Coneval se encarga de medir la pobreza, el combate le había correspondido a la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), ahora Bienestar; además, AMLO desconocía que otra función del organismo es la evaluación de los programas y proyectos de desarrollo, de tal forma que se permita conocer los aciertos y errores, así como brindar recomendaciones a los tomadores de decisiones. Lamentablemente, los ataques del presidente continuaron cuando publicó un informe que buscaba “evidenciar” las finanzas de las institución, así como el tiempo que llevan en su cargo los consejeros, rápidamente, Coneval explicó que el incremento de sus gastos se debió a que sus funciones se han incrementado, también, aclaró que la renovación de consejeros no ha sido posible porque la Cámara de Diputados no ha nombrado a los nuevos miembros.
Entre lo más reciente, destacan dos comentarios: que el pueblo es feliz y la no preocupación por el crecimiento económico. El lunes de la semana pasada, el presidente afirmó que: “el pueblo está feliz, feliz, feliz. Hay un ambiente de felicidad. El pueblo está muy contento, mucho muy contento, alegres”. Estas palabras no fueron recibidas de la mejor manera, y es que en el contexto actual, caracterizado por la inseguridad y el hartazgo hacia ésta, difícilmente se puede decir que la ciudadanía está feliz. Al ser cuestionado por la fuente de su afirmación, López Obrador dijo que se basaba en datos del Inegi. En este caso, sí existe tal información, se trata del Indicador de Bienestar, éste es de carácter subjetivo, es decir, mientras el Producto Interno Bruto (PIB) cuantifica el valor monetario de los bienes y servicios finales producidos en una economía, el Indicador de Bienestar busca “evaluar la medida en que la población disfruta de su vida, si está satisfecha con ella y con algunos de sus principales aspecto”. De acuerdo con el Indicador de Bienestar, durante el mes de enero, en una escala de 0 a 10, el promedio de satisfacción con la vida se situó en 8.4, dos décimas por encima del dato reportado hace un año, además de que ha sido el más alto desde que empezó la medición en 2014. Probablemente, tuvo una incidencia importante el inicio de una administración que se dice ser diferente, pero ¿será que la gente mantiene la misma confianza que había a principio de año?
El pasado viernes, Inegi informó que el PIB del segundo trimestre no presentó variaciones con respecto al primero, es decir, el crecimiento económico fue nulo. Al preguntarle por los resultados de su administración, AMLO dijo: “no nos preocupa el crecimiento económico (…) hay una mejor distribución de la riqueza”. Sobre esto, hay que apuntar que el crecimiento económico se encuentra relacionado con mejores niveles de vida, históricamente los países que han sostenido altos niveles de crecimiento económico han visto mejorado aspectos como el ingreso por persona, la salud, la educación, entre otros. Por lo tanto, sí es necesario que haya crecimiento económico, claro, acompañado de una política distributiva que permita brindarles un piso parejo a todas las personas. Pero no puede ocurrir lo contrario, distribuir riqueza si ésta no se genera.
El presidente debe aceptar que no conoce ni domina todos los temas, también, debe recordar que cuenta con un gabinete al cual debe recurrir para que informen sobre sus respectivos temas. Las conferencias matutinas podrían ser un espacio de comunicación importante, que podrían mantener y elevar la confianza de los ciudadanos. Hoy, resulta indispensable que se trabaje y combatan los principales problemas del país, como son la inseguridad y el estancamiento económico, corregir las mañaneras podría evitar que se desvíe la atención de lo que realmente importa.
Estudiante de economía, Uabjo
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