Pacto Oaxaca: AMLO y su apuesta por el sur-sureste
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Pacto Oaxaca: AMLO y su apuesta por el sur-sureste

 


Una de las características de nuestro país es la desigualdad, dentro de sus diversas expresiones (género, étnico-racial, entre otras) encontramos la desigualdad en el desarrollo de sus regiones: mientras el centro y el norte tienen altos niveles de crecimiento económico, y una mejor calidad de vida, el sur se ha mantenido estancado. En los modelos de desarrollo económico, desde el de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) hasta el modelo de Apertura Económica, las inversiones públicas y privadas, así como la infraestructura se concentraron en el centro y norte del país; en cambio, la región sur-sureste ha estado marginada, si acaso se puede destacar el impulso de algunos puntos turísticos.
Combatir el rezago del sur-sureste es uno de los principales compromisos del presidente. Desde su campaña, López Obrador anunció mega proyectos como El Tren Maya, el Corredor Interoceánico y la refinería de Dos Bocas. No hay duda de que estos proyectos de largo plazo, deben ir acompañados de inversiones de corto y mediano plazo, además de que deben incluir la participación del sector privado y la academia. Tal lectura se plasmó el pasado 14 de agosto en nuestro estado, mediante la firma del Pacto Oaxaca, agenda que incluye a las entidades de Oaxaca, Chiapas, Puebla, Yucatán, Guerrero, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Campeche. El Pacto fue promovido desde la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), en él participarán los gobiernos locales y el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE). Según el Secretario de Economía del gobierno de Oaxaca, hay 11 rubros sobre los que se trabajarán: visión estratégica para el desarrollo industrial de la región; desarrollo económico (infraestructura, energía y turismo); desarrollo urbano y rural; desarrollo social; inversión; producción; educación e innovación; seguridad; logística; exportaciones; y empleo formal.
Entre las razones para desarrollar el sur-sureste, expuestas por el Director del Laboratorio Nacional de Políticas Públicas del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), Eduardo Sojo, destaca que la participación económica de la región es pequeña en relación con su población: concentra al 28 por ciento de la población del país, pero sólo contribuye con el 17.9 por ciento del PIB y cada año va disminuyendo. Si bien la informalidad laboral es un problema nacional, la región alcanza niveles altos, ya que 7 de cada ocupados se encuentran en el sector informal, por lo tanto, estas personas y sus familias se ven marginadas en el acceso a la seguridad social. La economía de la zona también se caracteriza por la poca diversificación, ya que en ella prevalece el sector de servicios, mientras que el sector industrial y primario tienen una menor participación. La Inversión Extranjera Directa (IED) y las exportaciones de estas entidades apenas representan el 12 y 13.2 por ciento, respectivamente, a nivel nacional. Por último, los estados de Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Veracruz, Puebla y Tabasco tienen a más del 50 por ciento de su población en situación de pobreza.
La tarea es clara: es necesario dirigir la política económica y social hacia la región más rezagada del país. Pero, ¿cuál es la forma más adecuada para detonar el desarrollo? Debemos recordar que López Obrador canceló las Zonas Económicas Especiales (ZEE), proyecto de Peña Nieto y el cual contemplaba a las zonas de Lázaro Cárdenas-La Unión (Michoacán y Guerrero), Coatzacoalcos (Veracruz), Salina Cruz (Oaxaca), Puerto Chiapas (Chiapas), Progreso (Yucatán), Seybaplaya (Campeche) y Dos Bocas (Tabasco). Las ZEE buscaban generar polos de desarrollo en áreas geográficas que cuentan con ventajas naturales y logísticas, permitiendo impulsar la productividad; además, éstas hubieran gozado de beneficios fiscales, régimen aduanero especial, ventanilla única para facilitar las inversiones, entre otros elementos. En el mes de abril, el presidente anunció la cancelación de las ZEE porque “nunca hicieron nada para ayudar, hicieron negocios, compraron terrenos y derrocharon recursos, no se benefició en nada”.
El interés del sector empresarial se vio afectado con la culminación de las ZEE, al igual que con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), pero Alfonso Romo ha sido quien, desde el gobierno federal, mantiene el dialogo con los empresarios. El presidente ha ido reconociendo en el camino que no podrá impulsar el crecimiento y desarrollo del país por su propia cuenta, necesita también de la inversión privada.
Ahora bien, una vez que hay disposición del sector público, empresarial y académico por impulsar la región sur-sureste, es necesario informar a la población de la zona sobre los programas y proyectos. Y es que a los ciudadanos cada administración les ofrece el mismo discurso: se va impulsar el crecimiento económico, habrás más empleos y disminuirá la pobreza. Por lo tanto, la 4t debe comunicar por qué es diferente su proyecto, también tiene que demostrar que los recursos no serán derrochados y que sí habrá beneficios.
Sin duda, uno de los grandes pendientes es cerrar la brecha entre las regiones del país, de tal forma que haya un solo México. Esperemos que a diferencia de los otros sexenios, a partir de ahora haya cimientos sólidos y continuidad en los programas y proyectos de desarrollo.
Estudiante de economía, UABJO
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