Trabajo infantil: una realidad ignorada en Oaxaca
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Trabajo infantil: una realidad ignorada en Oaxaca

 


Todos coincidimos en que el futuro de México y Oaxaca se encuentra en las niñas, niños y adolescentes, pero como sociedad no hemos logrado brindarles a todos el mínimo necesario para que puedan desarrollarse física y emocionalmente. Sin duda, las diferencias socioeconómicas que hay a lo largo del país permiten tener una idea de que los infantes arrancan en distintas circunstancias y que pueden ser determinantes para el resto de sus vidas. Un niño del sur presenta una realidad económica, y de oportunidades distintas que uno del norte; inclusive dentro de una misma entidad, como Oaxaca, es posible observar brechas amplias en el acceso a alimentación, salud y educación.
En nuestro estado hay una serie problemas que de una u otra forma perjudica a los infantes: falta de empleos, salarios bajos, pobreza, migración, incapacidad para resolver el problema educativo, incremento de la delincuencia, así como un mayor consumo de drogas y alcohol. Es claro que de una u otra forma dichos problemas se relacionan; por otra parte, los factores económicos son en mayor medida los que explican el tema de esta columna: el trabajo infantil. En la exposición me permitiré ocupar algunos datos recabados para una actividad escolar, que seguramente no han sufrido cambios sustanciales en este tiempo.
Según el Inegi, en 2017 la población infantil de Oaxaca fue de un millón cincuenta y dos mil 155, es decir, el 25.85% de la población total; por otro lado, mediante la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del mismo año, se sabe que aproximadamente el 11% de los niños oaxaqueños se encontraba trabajando; de éstos, el 94% tenía en una ocupación no permitida, ya sea porque eran menores de 15 años o porque el trabajo que hacían era peligroso. Del total de niñas, niños y adolescentes que se encontraba en una ocupación no permitida, el 54% se localizaba en el sector primario, en actividades relacionadas con la agricultura, ganadería y pesca; 26% en el sector terciario, es decir, en actividades asociadas con el comercio y servicios; mientras que el 19% laboraba en el sector secundario, donde las actividades están encaminadas a la transformación de materias primas. Del conjunto de niñas, niños y adolescentes en una ocupación no permitida, el 57% también estudiaba; 62% no percibían ingresos, el 20% recibía hasta un salario mínimo y sólo 17% obtenía más de un salario.
A pesar de que el trabajo infantil puede abordarse desde distintas ópticas como podrían ser la moral y legal, considero que para su explicación debemos recurrir al ámbito económico; primero, debe reconocerse la precarización de los ingresos en el país, impulsado por el modelo económico actual y el cual obliga a la madre e hijos a que también laboren; segundo, hay personas o empresas que se aprovechan de esta situación y los contratan, sometiéndolos a explotación laboral, ofreciéndoles salarios bajos, sin prestaciones, vulnerando sus derechos humanos y laborales.
¿Hasta dónde llega el interés por lucrar con los menores de edad? Basta recordar un hecho que aconteció aquí en Oaxaca, cuando en octubre del año pasado fueron detenidas más de 60 personas por explotar laboralmente y mantener casi secuestrados a más 50 niños y adolescentes chiapanecos.
El trabajo infantil limita la formación educativa y el esparcimiento; además, pone en peligro la salud física y emocional de las niñas, niños y adolescentes. Es por eso que resulta fundamental atender los problemas de fondo que la originan y mantienen; basta de esta lucha improductiva entre partidos, hay que empezar a generar soluciones para las generaciones presentes y futuras.
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