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El Crematorio

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Cualquier observador que no es médico, ni científico, ni infectólogo, ni epidemiólogo, y especialista en ninguna rama de la medicina, tan sólo un observador, se puede dar cuenta que la pandemia ocasionada por el Covid-19 es muy compleja, voraz y criminal, con gran velocidad de contagio arrasando parejo a la población inerme. Sus estragos son elocuentes y saltan a la vista, pues ha sido tan fuerte el impacto  que ha ocasionado oleadas de contagios que se registran en todo el estado de Oaxaca y en especial en la ciudad capital en donde ni los habitantes, ni el sector salud lo toman en serio. Este virus nos ha dado una paliza contundente y nos ha dejado fuera de combate completamente noqueados y contra las cuerdas, ni  para donde hacerse. Los datos y los hechos acaecidos estos días de asueto aumentaron alarmantemente como consecuencia de la irresponsabilidad e ineptitud de los responsables de la Secretaría de Salud y de la Secretaría de Turismo, Donato Casas Escamilla y Juan Carlos Rivera Castellanos, pues dejaron a la población y a los visitantes en total indefensión al no implementar un plan emergente de políticas y medidas  sanitarias que hubieran podido contener los contagios en esta cruel pandemia.

Hasta la fecha no existe una visión o enfoque oficial que nos ayude a mitigar la crisis del COVID-19, ni tampoco cuál ha sido la estrategia del gobierno estatal ante esta crisis, solo podemos fijarnos en los hechos, pues el secretario de salud, con su mirada complaciente solo se ha limitado a observar la avalancha de contagios y no hace nada, ante una población afectada, minimizando el problema. Hoy con 21,501 casos confirmados y 1,722 defunciones.

Mientras en el sector turístico existe una anarquía total, que ha propiciado que los prestadores de servicio implementen sus propias medidas y protocolos sanitarios, ante la indiferencia del secretario de turismo, quien ha propiciado una total carestía de los prestadores de servicios que será una mala propaganda para los visitantes. ¡Pobre Oaxaca!