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Opinión

Editorial

Chimalapas

 


A pesar de que el conflicto de límites entre Oaxaca y Chiapas ha sido utilizado para provocar décadas de enfrentamientos violentos, entre comuneros indígenas de Chimalapas, con ejidatarios indígenas chiapanecos, que habitan 30 núcleos agrarios, y de la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para restituir las tierras invadidas a nuestra entidad, el conflicto se prolonga día tras día.

Los nuevos límites, de acuerdo a la resolución, desaparecen municipios de Chiapas y una franja de Veracruz, mientras los zoques exigen que sus tierras sean restituidas, el gobierno federal busca un acuerdo para que toda esa franja que está en conflicto se pueda convertir en una zona de reserva natural protegida, lo cual ha sido rechazado. Sobre todo, porque ese conflicto territorial ha sido el pretexto utilizado por madereros, ganaderos, traficantes de fauna silvestre, especuladores de tierra, y narcotraficantes, esto aunado a un proceso de colonización.

El territorio de los Chimalapas era habitado por zoques, los comuneros han refundado una identidad indígena multicultural al contar con la presencia de migrantes de Oaxaca (zapotecos, mixes, mixtecos, chinantecos, mazatecos), Chiapas (tzotziles, zoques), Michoacán (mestizos de la Sierra Chincua), Guerrero, Puebla y Veracruz.

El 20 de diciembre de 2012, el gobierno de Oaxaca promovió ante la SCJN la controversia constitucional 121/2012 por la invasión de la soberanía estatal de Oaxaca y del territorio indígena del pueblo zoque de Santa María y San Miguel Chimalapa. La añeja controversia fue definida y ha ordenado la revisión oficiosa de 3 puntos y así fijar definitivamente la frontera entre los estados de Oaxaca y Chiapas, brindando con ello a las comunidades indígenas y núcleos agrarios que ahí habitan, certeza, paz y orden que se debe acatar lo más pronto posible.

 

Envejecimiento

 

En las zonas urbanas igual que en el medio rural, gran parte de la fuerza laboral emigra, lo que genera un proceso de envejecimiento demográfico atípico, en el que la población se va componiendo de adultos mayores y niños. En la medida que avanza el proceso de envejecimiento se harán más pronunciadas las diferencias entre entidades federativas.

Las personas mayores se enfrentan a los prejuicios del envejecimiento, al maltrato y violencia en la vejez, así como a la discriminación por edad y de acuerdo con las actuales proyecciones de población mexicana, mientras en 1950 residían 5 personas mayores de 60 años y más por cada 100 habitantes, actualmente esta cifra llega a 12 personas mayores por cada cien. De mantenerse esta tendencia se estima que en 2050, 23 de cada 100 serán personas mayores en Oaxaca.

La vejez es una etapa de vida que comienza a los 60 años y es considerada la última etapa de vida y forma parte del envejecimiento. Para quienes trabajamos con y para personas mayores, será indispensable que contemos con una idea clara de estos conceptos.

Las actitudes que frecuentemente mostramos a las personas mayores, se encuentran relacionadas con la percepción social que se mantiene de ellas y esta imagen a su vez determina en gran medida, la posición social en la que se encuentran.

Estudios hechos sobre la imagen social de la vejez, han concluido que la percepción social sobre las personas mayores es básicamente negativa. En una sociedad como la nuestra que sustenta valores orientados a la fuerza, a la agilidad para el éxito y la conquista de bienes materiales, han dejado ver a la vejez como una suerte de desecho.

Esta visión despectiva sobre este grupo social, da origen a prácticas discriminatorias, que consideran a las personas mayores como diferentes a las demás, en sus opiniones, afectos y necesidades, a esta manera despectiva de ver a las personas mayores se le llama, desde la gerontología, viejísimo, el cual puede poner a una persona mayor en un estado de vulnerabilidad.