Envejecimiento
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Editorial

Envejecimiento

 


Los ritmos diferentes del envejecimiento entre las entidades federativas se deben no solo a que tienen distinto grado de avance en su transición demográfica, sino también al efecto de la migración, tanto entre los estados como hacia el exterior del país. Algunas de ellas, como Oaxaca, el envejecimiento se debe más bien a la emigración.

Uno de los fenómenos relacionados con la transición demográfica es el rápido incremento de la población en edades avanzadas. El descenso de la mortalidad y de la fecundidad tiende a transformar la estructura poblacional, lo cual se refleja en el creciente peso absoluto y relativo de las personas adultas mayores. Este proceso de envejecimiento demográfico se ha producido en la mayoría de las naciones del mundo y México no es la excepción.

Igual que en el medio rural, gran parte de la población en edad laboral emigra, lo que genera un proceso de envejecimiento demográfico atípico, en el que la población se va componiendo de adultos mayores y niños. En el otro extremo están los estados con mayor rezago en la transición demográfica, en el que la inmigración favorece el crecimiento de la población en edades laborales y reproductivas.

Datos del Consejo Nacional de Población (Conapo) indican que en nuestro país la baja fecundidad y las ganancias en la esperanza de vida han ocasionado que la población comience a envejecer y, en menos de 50 años, se convierta en un país con una importante proporción de adultos mayores.

La esperanza de vida es en la actualidad de 79.9 años (72.3 años para los hombres y 77.7 para las mujeres) y continúa en aumento, aunque a un ritmo mucho menor al observado al comienzo de la transición demográfica. Cada día 2 mil 332 personas alcanzan la edad de adultos mayores, grupo que en breve tendrá la tasa más elevada de crecimiento.

Para 2050, 21.5 por ciento de la población mexicana, 32 millones, será de 60 años o más, y en la medida que avanza el proceso de envejecimiento se harán más pronunciadas las diferencias entre entidades federativas.

 

Degradación

 

Evitar la degradación de los suelos, que reduce el potencial del ecosistema para producir bienes y servicios para el ser humano, es esencial para preservar la seguridad alimentaria mundial. Tomar medidas rápidas para reducir el deterioro del suelo mejora la calidad y la productividad de la tierra, protegiendo este recurso insustituible para el futuro.

Más allá de la problemática ambiental, la degradación de tierras conlleva agudos problemas sociales y económicos, entre ellos, la pérdida de rentabilidad vinculada a la degradación de los recursos naturales que se suma a un contexto globalizado cada día más adverso a los campesinos.

El modelo de desarrollo agrícola intensivo fue útil durante 40 años, pero es insostenible para el largo plazo, por ello se pretende reducir la degradación del suelo con base en un modelo de gestión territorial encauzado al fortalecimiento de las instituciones locales. Con lo cual se pretende desalentar la migración forzada asociada al desempleo por la improductividad de las tierras, ya que las mujeres se quedan frente a predios agropecuarios degradados, enfrentan la carencia de alimentos y los costos de restauración.

Para ciertas regiones del país, como la Mixteca Poblano-Oaxaqueña, los problemas de degradación de tierras y la falta de alternativas no agrícolas de ingreso, han originado una fuerte y permanente corriente migratoria que año con año expulsa a más pobladores rurales a los centros urbanos de México o del extranjero o los vuelca hacia actividades ilícitas pero lucrativas. Se observa ahora, el fenómeno de la migración climática.

Las cifras derivadas de las evaluaciones de los recursos naturales son reveladoras: 36% de los suelos presenta procesos severos de degradación; cada año se pierden alrededor de 380 mil hectáreas de vegetación forestal; la salinización afecta a casi un 10% de la superficie agrícola irrigada en el país.