Detener la contaminación
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Opinión

Editorial

Detener la contaminación

 


La contaminación del agua, la deforestación, la destrucción del entorno natural, crecimiento excesivo de las ciudades, la contaminación ambiental, entre otros elementos, han colocado a Oaxaca en una condición crítica. Ante el creciente deterioro ambiental que sufre nuestro estado y en especial la capital, urge reforzar los espacios de participación social y de las autoridades para emprender acciones rápidas y coordinadas para no seguir agrediendo el entorno natural.

Cuidar los recursos naturales es asegurar el futuro de Oaxaca, tarea que compete a la sociedad en su conjunto y que puede ejecutarse desde los hogares con pequeñas acciones como cuidar el agua, disminuir el consumo de energía eléctrica o desplazarse en medios de transporte no contaminantes. Hoy se necesita redoblar los esfuerzos, construir conciencia social sobre el cuidado del medio ambiente, pues de lo contrario, las acciones tienden a ser mínimas.

Hay diversos problemas que contribuyen a una mayor contaminación de suelo, de bosques, de río y del aire, además del mal uso del agua, tanto por su falta como por su presencia destructiva.

Además de los cambios de uso de suelo, ya que bosques, selvas y manglares y otros sistemas han sido modificados, tanto para crear infraestructura como para zonas de ganadería y agricultura. Tales condiciones, obligan a actuar con decisión para elaborar un plan de conservación del medio ambiente, que incluyan elementos para atender los efectos del cambio climático.

De ahí que el gran reto sea enfrentar la magnitud del cambio climático, la extinción masiva de la biodiversidad, a partir de que muchas vías para abordar de modo decisivo la contaminación son conocidas y han sido probadas. Muchas políticas, herramientas y tecnologías ya están disponibles y se han dado grandes pasos para mejorar la calidad de vidas de los habitantes.

 

Reanimar el campo

 

Lamentablemente el campo mexicano es desde hace ya varias décadas, el sector social y productivo en mayores condiciones de rezago y vulnerabilidad, pues tan sólo en Oaxaca hay extensas franjas territoriales con pequeños productores, así como tierras dedicadas a la producción para el autoconsumo.

En nuestro estado vive la mayor parte de las personas hablantes de lenguas indígenas, hay más tierras de temporal que aquellas que disponen de agua suficiente para ser consideradas como zonas de riego, lo cual ha originado que muchas familias abandonen sus parcelas y vayan a las zonas urbanas en busca de mejores condiciones de bienestar.

Aun cuando en el campo mexicano vive sólo un tercio de la población nacional, en esas áreas vive más de la mitad de la población en condiciones de hambre, así como 8.9 millones de personas en rezago educativo. A estos factores hay que agregar otros más como el cambio climático y el nivel de riesgo que tiene nuestro sistema agropecuario ante el calentamiento global, obliga a rediseñar las políticas para el sector, en orden de reducir nuestra vulnerabilidad ante los fenómenos hidro-meteorológicos.

Sin dejar de lado los bruscos desajustes que tienen los precios tanto en el mercado internacional como el nacional, y por nuestra dependencia respecto de las importaciones de los productos de mayor consumo en el país crece año con año. Factores que han ocasionado que se deje de producir y las aspiraciones de alimentación y la seguridad alimentaria, se encuentre muy lejos de contar con el presupuesto y los programas necesarios para hacer efectivo este derecho a toda la población.

La dramática reducción de gente que labora en el campo se debe, entre algunos factores, a la falta de oportunidades, migración hacia la frontera norte en busca de mejores ingresos, malos precios de garantía para sus productos y lo más grave: la presencia del crimen organizado, que los ha obligado a rentarles sus tierras.