Trabajo infantil
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Editorial

Trabajo infantil

 


Los niños, niñas y adolescentes son el presente y el futuro del país, por lo que su único trabajo debe ser la recreación y el aprendizaje académico para vislumbrar un mejor destino. Erradicar el trabajo infantil permitirá abatir un importante porcentaje de la población que se encuentra laborando, principalmente en zonas indígenas y rurales, además de los infantes migrantes que carecen de la posibilidad de tener estudios.

El trabajo infantil es una problemática que se ha intentado resolver desde el siglo pasado, mediante convenios que regularicen e intenten eliminar esta práctica; el primer antecedente importante que se puede considerar es el Convenio sobre el trabajo nocturno de los menores (sector industrial), firmado en 1919 y ratificado en 1937.

En este sentido, México ha ratificado 78 convenios adoptados por la OIT, de los cuales 67 siguen en vigor. Nuestro país ha ratificado seis convenios sobre trabajo forzoso, libertad sindical, igualdad de remuneración, abolición del trabajo forzoso, discriminación y peores formas de trabajo infantil.

Si bien se admite que hasta el momento no se tienen denuncias por explotación infantil, no se puede negar que las peores formas de trabajo se encuentran en la parte agrícola donde los infantes están expuestos a todo tipo de riesgos físicos, desde inhalación de pesticidas, largos periodos ante el sol, hasta cortaduras por herramientas filosas.

El trabajo infantil se observa en zonas conurbadas, principalmente en las cabeceras municipales que es donde se detona la economía como Oaxaca de Juárez, Juchitán de Zaragoza, Salina Cruz, Huatulco, Puerto Escondido y Tuxtepec, entre otras. Aunado a ello, el maltrato infantil, con lesiones emocionales y físicas, es un problema social que aqueja a la población.

Este tipo de expresiones ocurre en diferentes ámbitos como en el hogar o la escuela, pero también en situaciones de conflicto armado y violencia de género, entro otros escenarios.

 

Canasta básica

 

Uno de los mayores problemas que enfrentan diariamente las familias mexicanas, es llevar a su mesa los alimentos necesarios, ver para cuáles de estos les alcanza con sus ingresos, debido a la pérdida continua de su poder adquisitivo.

El poder adquisitivo de los salarios de las familias sigue siendo de los más bajos y se ha deteriorado en los últimos años enormemente, debido principalmente por el aumento de precios de los alimentos derivado de las alzas a los energéticos.

El aumento de precios en comida pega más a las familias de menores ingresos, debido a que la gente que tiene menos recursos, destina más porcentaje de su ingreso a la adquisición de alimentos básicos.

La inflación que se padece ha disparado los precios de la canasta básica, la cual está compuesta por 80 bienes y servicios agrupados en alimentos, bebidas, ropa calzado y accesorios, así como vivienda, muebles, aparatos y accesorios domésticos, salud y cuidado personal, transporte, educación y esparcimiento, así como otros servicios.

De ahí que las políticas públicas ya no deben dirigirse sólo al combate a la pobreza sino que deben enfocarse a reducir las múltiples desigualdades que aquejan a la mayoría de la población en el país.

El precio de los alimentos mostró incrementos históricos el año pasado, en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania, sin embargo, actualmente hay otros factores que explican el aumento en los precios de los alimentos. Uno es el clima, ya que en algunos estados del norte no ha llovido a la par de que se alcanzan temperaturas entre 38 y 42 grados, lo que provoca que el caudal de las presas esté por debajo del nivel recomendado y no haya condiciones para regar la siembra.

Otra cuestión que encarece el precio de los alimentos en el país es el crimen organizado y que controla procesos de sembradío, cosecha, producción y distribución, que inciden en dos puntos porcentuales de la inflación, lo que afecta, principalmente, a los hogares de menores recursos.