Informalidad
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Opinión

Editorial

Informalidad

 


Ante las crecientes necesidades económicas y sociales de nuestro Estado, la informalidad laboral se ha convertido en una válvula de escape para muchos oaxaqueños. La falta de empleos permanente y bien remunerados es el reto para atender a esta población que día a día crece, pues las inversiones no llegan y la creación de fuentes de trabajo tampoco.

Una de las debilidades de Oaxaca es que el 80.5 por ciento de la población económicamente activa (PEA) está trabajando en la informalidad y 16.5 por ciento no recibe ingreso alguno, lo que implica que sólo reciben pagos en especie o trabajan a cambio de su sustento diario. Además de que existen miles de niñas, niños y adolescentes trabajadores, muchos de los cuales no deberían hacerlo por no contar con la edad mínima de ley, el 71.5 por ciento de ellos no recibe ingresos y el 33.5 por ciento no asiste a la escuela.

En una entidad tan llena de carencias y limitaciones, más de millón 328 mil trabajadores forman parte del empleo informal en alguna de sus modalidades, mientras que poco más de 400 mil trabajadores no perciben ingresos; alrededor de 372 mil perciben ingresos de hasta un salario mínimo; cerca de 307 mil tienen ingresos de más de uno y hasta 2 salarios mínimos.

Es necesario atender uno de los grandes pendientes que es desarrollar una política laboral que atienda una permanente relación con los trabajadores y fortalezca acciones con los sectores para la generación de empleos formales, junto con ello, brinde atención a los conflictos laborales, defina  estrategias para que frene la explotación laboral infantil, en especial cuando siete de cada diez personas ocupadas en Oaxaca realizan su actividad económica dentro de la economía informal, lo cual implica que trabajan itinerantemente en unidades económicas sin contabilidad rigurosa.

 

Proyectos

 

Los retos de Oaxaca hay que verlos en un plazo mayor de 20 a 30 años, en proyectos transexenales de cuatro o seis sexenios, con continuidad para que el proceso de desarrollo tenga consistencia y no se trunque en los cambios de gobierno. Nuestra entidad necesita de un proyecto de largo plazo para que su desarrollo y crecimiento económico sea sostenido y responda a los anhelos de los oaxaqueños.

Para alcanzar este gran proyecto se requiere de recursos, tiempo necesario, voluntad política en el gobierno y de todos los involucrados, además de capacidad para organizar esa voluntad política y de dirigir esos recursos y esfuerzos.

Existen experiencias exitosas en otras entidades del país donde se han elaborado planes de desarrollo a largo plazo, a fin de aprovechar la diversificación de inversiones y responder a las nuevas necesidades industriales y tecnológicas, como el nearshoring, implementar acciones a largo plazo para dejar de ser uno de los estados con mayor rezago del país, así como lograr pasar de una entidad agrónoma a una industrial y tecnológica.

Es indudable que hay gobiernos más eficientes que otros, por eso se debe buscar buenos resultados en un periodo prolongado, sin el ciclo sexenal cíclico en donde hay una baja en inversión cuando ya está por terminar el periodo gubernamental y se continúa en el primer año del sexenio siguiente. De ahí que el objetivo es tener un programa de gran visión hacia un futuro más prolongado, que haya continuidad, coordinación y cooperación transexenal.

Establecer programas más productivos, de mayor plazo y envergadura que generen empleos suficientes para la gran cantidad de familias oaxaqueñas, ya que una de las características de la pobreza en Oaxaca, es que los ingresos familiares son muy pequeños.

A no dudar Oaxaca necesita de la presencia de mucho capital, pero eso no quiere decir que vaya a llegar solo, el recurso vendrá si hay oportunidades de ganar y de generar riqueza, pero para eso se necesita crear las condiciones. Una empresa vendrá y se quedará si hay estabilidad, seguridad jurídica, en la tenencia de la tierra, estabilidad laboral y  certeza jurídica en los contratos.