Obras inconclusas, ¿para qué?
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Opinión

Editorial

Obras inconclusas, ¿para qué?

 


Desde la semana anterior trascendió por notas y columnas en medios de comunicación y redes sociales, las presuntas órdenes de aprehensión que serían giradas en contra de algunos ex funcionarios del gobierno de Alejandro Murat, por su presunta responsabilidad en el ejercicio indebido del cargo público, además de afectaciones al erario público. Según lo ha publicado con toda oportunidad EL IMPARCIAL. El Mejor diario de Oaxaca, hay varios ex funcionarios que hoy libran procesos y privados de la libertad. Al menos cuatro de ellos, dos ex subsecretarios, un director y un jefe de unidad, de la Secretaría de las Infraestructuras y Ordenamiento Territorial Sustentable (Sinfra), tendrían responsabilidades respecto a dos obras emblemáticas del gobierno anterior: las de Símbolos Patrios y las del llamado Circuito Interior. Como todo mundo recuerda, ambas fueron entregadas al pueblo oaxaqueño cual si ya estuvieran terminadas. Pero no fue así, ambas adolecen hoy en día de problemas derivados de la falta de cumplimiento de las empresas contratistas.

La semana anterior en este mismo espacio editorial nos preguntábamos si los oaxaqueños, sobre todo los citadinos, nos habríamos de conformar con ver las citadas obras como si fueran monumentos a la corrupción y la impunidad y admitir que los millones invertidos en las mismas, sería dinero arrojado a la basura. Oaxaca es una entidad con grandes carencias, con los índices mayores de pobreza extrema, como lo han documentado instancias oficiales. Por ello es una aberración que los millones invertidos en éstos y otros proyectos como el llamado CityBus, con su cancelación, sean interpretados, así como así, como proyectos fallidos y lo que el dinero público que se destinó a ello, sea algo así como recurso perdido.

No es pues algo descabellado insistir en que, a la par de la detención o proceso de los presuntos implicados, el gobierno de Salomón Jara debe instruir a la dependencia correspondiente para concluir dichas obras. No se trata de hacer remiendos sino de cuidar el magro presupuesto destinado al estado y de resolver una agenda de pendientes. Es evidente que, siendo obras de beneficio social, no pueden quedar como monumentos a la corrupción. Al final de cuentas, el ciudadano de a pie desconoce las vendettas políticas, la ventaja electoral o todo lo que hay detrás para considerar que todo gobierno pasado fue corrupto.

 

Migrantes: Paso obligado

 

Desde hace mucho tiempo, desde que el fenómeno migratorio proveniente de Centro y Sudamérica se exacerbó, el territorio oaxaqueño ha sido paso obligado en la ruta de los migrantes, camino a Estados Unidos. En años recientes el problema creció a niveles inéditos. Los flujos de personas que entran por la porosa frontera sur con Guatemala, se han vuelto más cosmopolitas, pues esas grandes concentraciones vienen ciudadanos de países africanos, asiáticos y hasta del Este europeo. Sin embargo, son los menos. La ola migratoria mayoritaria proviene de Centroamérica y Venezuela. Familias completas huyen de este país y muchos de ellos, ante las restricciones del gobierno norteamericano para otorgar asilo político se quedan varados en territorio mexicano y, particularmente, oaxaqueño. Ya es común ver en nuestras calles o parques citadinos a dichas personas pernoctando o deambulando pidiendo la moneda para mantenerse.

Pese al infierno que han pasado para llegar a la antesala de su destino, el paso por México se convierte en un suplicio adicional, pues como ya hemos comentado en este mismo espacio, son explotados por elementos del Instituto Nacional de Migración (INM), por la Guardia Nacional o las corporaciones policiales estatales y municipales. Hay quienes para librar los retenes que se han puesto en el tramo carretero entre Tehuantepec y la capital oaxaqueña, caminan por la vía pasando por parajes solitarios, con frío o sol a plomo, pasando hambre y sed, pero evitando las revisiones en donde las sacarán el poco dinero que traen, por cerros y montañas, poniendo en riesgo sus vidas y las de sus familias. La falta de albergues hace que pernocten en camellones o sombra de árboles, capoteando así el calor o las lluvias de esta temporada. Todo ello constituye un drama humanitario, difícil de asimilar.

Si bien es cierto que no es competencia del gobierno estatal aplicar en contra de los migrantes detenciones o deportaciones, incluyendo la atención a su salud o allanarle el paso en su ruta al norte del país, hay que aplaudir que, desde la perspectiva humanitaria, la semana pasada el titular de la Secretaría de Gobierno, Jesús Romero López, anunció el establecimiento de 89 puntos en todo el estado, en donde se brindará atención médica y seguramente apoyo alimentario. Todo ello, insistimos, como parte de una política solidaria y de perfil humanitario para quienes transitan por territorio oaxaqueño.