Migrantes: Siguen abusos
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Opinión

Editorial

Migrantes: Siguen abusos

 


Con una total indolencia respecto al drama que viven miles y miles de migrantes que provienen de centro y Sudamérica, ha trascendido que los abusos de parte de elementos del Instituto Nacional de Migración (INM), de la Guardia Nacional (GN), de la Policía Estatal y de las municipales, continúan en casos abiertos de extorsión y explotación a esta gente. Ha crecido de manera exponencial no sólo dicho delito sino la participación de bandas que trafican con personas, como las que existen en la frontera con los Estados Unidos, que trasladan a los migrantes a través de todo el país. Como ya hemos comentado en este mismo espacio, es desgarrador ver a familias completas de venezolanos, hondureños, salvadoreños y hasta de africanos, caminar por parajes solitarios de la carretera Oaxaca-Istmo de Tehuantepec, soportando el calor del mediodía o el frío de la noche, sólo para llegar a donde policías que operan como delincuentes los esperan para quitarles el poco dinero con el que pueden sobrevivir.

En nuestras páginas hemos publicado recientemente reportajes sobre familias de venezolanos que solicitan en las calles la moneda para adquirir un bote de agua o un pan; que caminan descalzos, pues los zapatos ya se acabaron con las intensas caminatas; que han cruzado miles y miles de kilómetros soportando penurias, enfermedades, acoso de criminales o policías, sólo para ser detenidos y deportados, para reiniciar de nueva cuenta el suplicio. Es cierto, ante las medidas anti-migratorias aplicadas por el gobierno de los Estados Unidos de América, la cancelación de las solicitudes de asilo y otras, se han reducido sustancialmente los flujos migratorios, pero en nuestro país y el estado, aún prevalecen cantidades importantes de extranjeros que cruzan para llegar al país del norte.

Más allá del perfil humanitario con el que puede verse el drama migratorio, las autoridades no deben ser omisas en la investigación de los abusos cotidianos que se cometen. Según mexicanos que han vivido un infierno similar para llegar a los Estados Unidos, entre la comunidad de centroamericanos que ya radican allá, existe un repudio generalizado hacia nuestro país, justamente por lo que viven los indocumentados al atravesar México. El peor infierno para alcanzar el sueño americano. Y en ese suplicio, nuestra entidad ocupa un lugar privilegiado. Si bien es cierto que este tema es de jurisdicción federal, algo tendrá que hacer el gobierno de Salomón Jara para atenuar el sufrimiento de nuestros hermanos que sufren en pos de una nueva vida.

 

Una imagen lamentable

 

En plena temporada vacacional de verano y los festejos de julio, una época tan socorrida para los oaxaqueños que se dedican al turismo, todo apunta a que, pese a la manita de gato a las viejas casonas del Centro Histórico afectadas por el grafitti, la ciudad capital sigue mostrando los síntomas del abandono y la abulia gubernamental. El sistema de semáforos sigue generando problemas en la vialidad, además de los baches que son ejes de accidentes viales, como el domingo anterior cuando provocaron la caída de un participante en una competencia ciclista. La capital, deben saberlo bien los miembros del Cabildo Municipal, es uno de los tres destinos privilegiados del turismo nacional y extranjero, particularmente en esta época, cuando se celebra nuestra máxima fiesta folklórica estatal, la cual atrae a miles y miles de turistas. Sin embargo, hay que decir que no es lo único. Oaxaca se viste de fiesta y el visitante tiene mucha tela de dónde cortar para acudir.

Sin embargo, uno de los aspectos más preocupantes es la inseguridad que prevalece. Por ello, en un editorial pasado mencionamos que, debe ser compromiso de los dos órdenes de gobierno, estatal y municipal, más allá de los sobados anuncios oficiales de que Oaxaca es de las entidades más seguras del país, responder por la seguridad de los visitantes. No hay peor publicidad que aquella que se difunde en redes sociales sobre turistas varados en bloqueos carreteros o víctimas de cristalazos o robos de maletas, cámaras fotográficas, carteras o celulares. Todo aquello que hemos construido en materia de promoción de nuestra arquitectura novohispana, de zonas arqueológicas, museos, gastronomía o artesanía, entre otros, se derrumba con una mala imagen.

Durante la administración del edil Francisco Martínez Neri, ha habido un real abandono para la realización de obras. No es fortuito que en una reciente visita que hizo al Mercado 20 de noviembre en el centro de la capital, los locatarios lo hayan corrido del lugar, con el argumento de que durante el año y medio que lleva de gestión no haya ahí una sola obra digna de mención. Y algo similar ha ocurrido en agencias y colonias populares. Es evidente que parte de su equipo de gobierno tanto concejales como funcionarios, no han respondido a las expectativas que el citado edil se propuso. Ahí está el caso del comercio en la vía pública, sin control y en completa anarquía.