Contra extorsión
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Opinión

Editorial

Contra extorsión

 


Uno de los delitos que ha crecido en Oaxaca de manera exponencial es la extorsión telefónica. Ya sea al teléfono fijo de casa o al celular es común recibir llamadas de números desconocidos, en las que muchas veces amenazan con sentencias de muerte; otras sorprenden a las personas para decirles que en su tarjeta bancaria se han detectado movimientos que las mismas no autorizaron o le sacan información de sus datos personales para suplantar su persona. Delincuentes privados de la libertad tienen todo el tiempo para idear mecanismos viables para extorsionar. En otras ocasiones se escucha el llanto de un niño, supuestamente hijo o nieto que ha sido secuestrado y por el que piden miles de pesos por su rescate, siendo ésta una de las formas más burdas y torpes para obtener dinero de manera ilícita. Es evidente que se trata de verdadera delincuencia organizada.

La semana anterior, el Fiscal General del Estado, Bernardo Rodríguez Alamilla dio a conocer que se habrá de crear al interior de dicho organismo, la Unidad Especializada en el combate a la Extorsión. En su exposición de la situación por la que atraviesa la entidad la comisión de este delito, reveló que dicho ilícito se opera principalmente de penales ubicados en la Ciudad de México, como el Reclusorio Varonil de Santa Martha Acatitla o el Norte, así como el Penal de Puente Grande, Jalisco y uno ubicado en Tamaulipas. Se advierten pues los tentáculos de cárteles delictivos, protegidos a veces por las mismas autoridades que permiten el ingreso de teléfonos células o equipos de cómputo desde donde los delincuentes acceden a números en el directorio telefónico o base de datos. Las llamadas se hacen con plena libertad. Y en el pasado se detectaron otros centros penitenciarios, como Perote, Veracruz y algunos más ubicados en Morelos y otras entidades.

Sin duda alguna que, uno de los ejes más importantes que hay que crear entre la ciudadanía es la cultura de la denuncia. Muchas personas que han caído en la trampa de los delincuentes sólo se quejan de haber perdido dinero, pero jamás reportan el número del que les llamaron para extorsionarlos. Otro factor es la difusión de medidas para evitar que el ciudadano sea atemorizado vía telefónica y ello le genere temor o ansiedad. Es necesario que la FGEO lleve a cabo verdaderas campañas para aminorar este delito infame que sigue dejándoles buenas rentas a criminales, ladrones y narcotraficantes privados de la libertad.

 

El tamaño del miedo

 

Una buena pregunta a los jefes policiales y encargados de la seguridad pública sería: ¿qué cantidad de elementos están asignados para proteger y cuidar a ciertos funcionarios públicos que disfrutan de escandalosas escoltas y guardia oficial? La inseguridad, que es un flagelo nacional, no es en Oaxaca una novedad sino una realidad contundente. Sin embargo, causa extrañeza que vivamos en tiempos de austeridad republicana, como ha instruido el gobernador Salomón Jara, sin embargo, algunos de sus cercanos colaboradores circulan por la ciudad o por el estado, con una caravana de camionetas y sujetos armados. Si partimos de la premisa de que ciertos cargos ligados con la procuración de justicia o seguridad pública, son sujetos de protección, ¿con qué argumentos se justifican quienes no tienen cargos ligados a dichos rubros?

En algunos casos ha trascendido que ciertos funcionarios, sobre todo de la región del Istmo de Tehuantepec, trajeron consigo a verdaderos ejércitos de incondicionales y presuntos delincuentes que allá les cuidaban las espaldas, ahora los han avituallado con charolas, armas y permisos. Han suplido en ciertos sentidos a los elementos policíacos, pero estarían en la nómina de la dependencia a cuyos jefes sirven. Esta situación es anómala e irregular en todos los sentidos, además de crear confusión y de que en nada bueno abona al desempeño del gobierno, que existan este tipo de cuerpos para-policíacos. Lo cierto es que el ciudadano de a pie ve hoy, como en el pasado, verdaderos ejércitos de guarda-espaldas circulando velozmente por la ciudad, protegiendo a un desconocido funcionario que llegó con el actual gobierno y desconoce la idiosincrasia de los oaxaqueños.

Porque si hay algo que ofende al sentido común, a la confianza ciudadana en las instituciones y gobierno, es la soberbia, la megalomanía, el abuso de poder, que se expresa en estos ejércitos de guaruras. El ciudadano de a pie se pregunta: ¿de qué temen o a qué le tienen miedo? Y esto no sólo se observa en algunos funcionarios de este régimen sino hasta en dirigentes de sindicatos y confederaciones que gustan de pasearse con sujetos armados que los cuidan de sus adversarios y enemigos políticos. Se trata de representantes de poderes fácticos de los que hemos comentado en este espacio editorial y que, poniendo en riesgo la vida de transeúntes o personas de a pie, se disputan sus cotos de poder a balazos y en plena calle.