Al rescate de espacios
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

Al rescate de espacios

 


Aunque criticada por los menos y aplaudida por los más, la semana anterior el gobierno de Salomón Jara, vía la Consejería Jurídica y Asistencia Legal, dio un golpe demoledor y certero: entregó el documento por el cual el gobierno estatal daba por terminado el contrato de comodato que mantenía con la organización civil denominada: “Amigos del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca”, cuyo representante legal es el pinto Rubén Leyva. Aunque en conferencia de prensa éste y algunos de sus cercanos consideraron como un exceso la presencia de elementos policiales durante la entrega del citado documento, para un sector importante de los oaxaqueños ya era tiempo de que un espacio cultural, que fue creado con el espíritu de recreación para propios y extraños, fuera tomado bajo el control de las autoridades y no de particulares que, con el argumento de que son los depositarios de la cultura y el arte oaxaqueños, le habrían dado un uso inadecuado a dicho espacio, además de arrastrar litigios laborales.

Desde hace dos años, el MACO fue cerrado al público y, según empleados despedidos de manera injustificada, se abría sólo para visitas guiadas y el espacio habría sido rentado para eventos sociales. Además, de acuerdo con el convenio suscrito entre el Instituto Nacional de Bellas Artes (Inba), el gobierno del estado y la organización que en los años 90 del Siglo XX presidía el maestro Francisco Toledo: “José F. Gómez”, dicho museo recibía el apoyo económico del gobierno estatal y federal. Vale la pena pues, que una vez que se formalice la entrega del edificio, se hagan las respectivas auditorías pues los empleados que ahí laboraron demandan salarios del 2021 a la fecha. Por lo pronto, es un acierto del g0bierno haber rescatado dicho espacio cultural y ponerlo al servicio del pueblo.

Aunque se trata de un bien diferente, algo tiene que hacer la Consejería Jurídica o el Congreso del Estado, para indagar el estatus legal que guarda el terreno ubicado frente al Parque del Amor, el cual se convirtió en los últimos años en un mercado particular, habida cuenta de que el predio fue otorgado en usufructo por el gobierno municipal, entonces presidido por José Antonio Hernández Fraguas, al dirigente de la Organización “Ocho Regiones”, Hugo Jarquín. Se trata del rescate de un espacio que, si bien es patrimonio municipal, no debe ser utilizado para beneficiar a sujetos particulares y grupos. El espacio puede ser empleado para obras de beneficio social o recreación.

 

¿Autenticidad o burdo negocio?

 

Si bien es cierto que el gobierno de Salomón Jara ha insistido en devolverle a nuestra tradicional “Guelaguetza”, su espíritu popular, es decir, no elitista o sólo para el disfrute del turismo, en las áreas que tienen bajo su responsabilidad los festejos de julio debe prevalecer la mesura y la búsqueda de la tradición y la originalidad. En ese afán fue que desapareció el llamado Comité de Autenticidad, bastante cuestionado por nosotros en este espacio editorial, para darle lugar a los consejos comunitarios y elegir a las delegaciones que participarán en las cuatro presentaciones de nuestro máximo espectáculo folklórico. Sin embargo, tal parece que en lo que hemos visto a la fecha, es más bien el beneficio económico lo que prevalece y dejar a un lado la verdadera tradición. Luego de casi tres años del inicio de la pandemia, de la suspensión casi total de los festejos de julio y echar la casa por la ventana en este año, hay quienes se resisten a caminar por esa ruta.

En boletín oficial se dio a conocer la celebración del famoso Festival de los Moles, en donde se promociona el evento como algo tradicional para los oaxaqueños, como es uno de sus platillos más socorridos. Sin embargo, la información da cuenta de verdaderas innovaciones en lo que se refiere a nuestra cultura gastronómica y se mencionan elementos que no corresponden ni a la famosa mezcla de chiles y demás, como a lo típico de nuestros moles. Es más, según trascendió en la presentación del citado festival, se dijo que en Oaxaca hay mucho más que siete moles, por lo que habrán de presentarse algunos hechos con nuez de la India, cereza, ciruela y hasta con jarabe de manzanilla. Desde luego que no se trata de negarse a la modernidad ni a la creatividad de los cocineros, algunos de ellos prestos a incrementar los ingredientes o hacer mezclas como la cocina fusión.

Sin embargo, lo que se trata es de presentarle a propios y turistas nuestra originalidad, la esencia de esta tradición que nos ha llevado a estar ubicados en un lugar privilegiado en el mapa turístico nacional e internacional. Al paso que vamos muy pronto el mole negro será sustituido por una mezcla amorfa de chiles e ingredientes que nada tienen que ver con la cultura oaxaqueña, o hacer imitaciones burdas de cocina mediterránea, española, italiana o tailandesa. Y así como la gentrificación ha cambiado el espectro urbano, que cambie también nuestra tradición ancestral y el legado que nos dejaron nuestros abuelos.