Afectación urbana
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Editorial

Afectación urbana

 


Desde hace al menos una década, el arbolado urbano ha sido objeto de soslayo de parte de las autoridades municipales. Hace tal vez un lustro fueron derribadas decenas de añejas palmeras que fueron atacadas por la plaga conocida como “picudo”. Las especies mostraban ya los signos del abandono, sin que hubieran sido intervenidas previamente para evitar su derribo. Igual ocurrió años atrás con jacarandas y otras especies, afectadas por plagas que le corroían desde la raíz hasta el tallo y las ramas. En diversas colonias de la capital, particularmente las del norte, las huellas de la depredación del arbolado son más que visibles hoy en día. Y es que, en los gobiernos locales, todo mundo se encoge de hombros, pese a la existencia de regidurías, direcciones y secretarías que tienen a su cargo la protección y salvaguarda de los árboles, verdaderos pulmones naturales del entorno urbano.

Las lluvias atípicas y torrenciales de los últimos días han hecho su labor demoledora en especies que han sido detectadas de estar en malas condiciones físicas, pero que el gobierno municipal no ha sido capaz de atender. Se lamenta la pérdida de los que se han venido abajo, pero nada se dice de la apatía para protegerlos de las inclemencias del tiempo. Sólo en el Paseo Juárez, El Llano, se han perdido ejemplares históricos en los últimos años. De los laureles del Zócalo mejor ni hablar. Al menos cuatro ejemplares centenarios se han precipitado con los aires y las lluvias. Que se sepa, no existe un inventario de aquellas especies que necesitan podarse o tratarse para evitar su pérdida. Jornadas de apoyo las ha habido, pero han sido objeto más de crítica que de solidaridad.

Sólo con las lluvias y granizada del viernes 14 y del lunes 17 se perdieron decenas de nuestro entorno urbano. Es una pena ver las cuadrillas de trabajadores del ayuntamiento capitalino hacer pedazos las ramas y tronco de frondosos ejemplares que, en el mejor de los casos, terminarán en alguna bodega o simplemente abandonados en algún rincón. No hay duda que mucho tiene que hacer el ayuntamiento que preside Francisco Martínez Neri, para evitar que el paisaje citadino pronto se convierta en un erial inanimado, en donde sólo se puedan observar troncos inertes y huellas de la existencia de palmeras, laureles, robles y otros, que algún día nos cobijaron con su sombra y su verdor.

 

Apatía e irresponsabilidad

 

Las lluvias han iniciado con singular fuerza destructora. Las que hemos padecido en los últimos días han dejado, como ya hemos dicho, muchos daños y afectaciones tanto en el casco urbano como en el área conurbada. Uno de los factores que inciden en las inundaciones son las alcantarillas llenas de basura, a lo que contribuye la apatía e irresponsabilidad ciudadanas. En administraciones anteriores, previa a la temporada de lluvias, los organismos tanto federales como estatales, procedían al desazolve de ríos, afluentes y a la limpieza de atarjeas. Pero ahora se va dejando al arbitrio del tiempo y las circunstancias y el resultado es demoledor. En las páginas de El Mejor diario de Oaxaca, hemos publicado fotografías de una cantidad impresionante de alcantarillas sin tapas o llenas de basura, las cuales se han convertido no sólo en un riesgo para el peatón sino para la población en general, al no permitir el libre flujo de las aguas pluviales e incluso de las descargas domésticas diarias.

Tienen que ocurrir siniestros o tragedias para que las autoridades intervengan. Por ejemplo, la semana anterior, luego de la torrencial lluvia y granizada del lunes 17 de abril, la calle antes conocida como Naranjos, hoy Fuerza Aérea Mexicana, que pasa justamente a un costado del Hospital Civil “Aurelio Valdivieso”, se anegó con la precipitación pluvial. La alcantarilla que atraviesa dicha vialidad con frecuencia está averiada. O se llena de basura y desechos que salen del citado nosocomio o por el paso de miles de unidades que ocupan la calle como desfogue del tráfico que se hace en ese rumbo a todas horas del día. La basura acumulada es evidente, así como el ruido que hace al pasar los vehículos, situación que advierte que las láminas de hierro en que se sostiene ya están sueltas o desoldadas. Pero nadie responde a las denuncias ciudadanas.

En la misma Colonia Reforma, pero en la calle de Netzahualcóyotl, casi esquina con Belisario Domínguez, cada año, con las primeras lluvias de forma un boquete en el pavimento. Por las fotos en medios impresos, en la denuncia ciudadana y en redes sociales, el organismo responsable: el Sistema Operador de Agua Potable y Alcantarillado (SOAPA), está enterado del problema, pero no actúa con la premura que el mal requiere. Hay pues negligencia, apatía e irresponsabilidad.