¡Felicidades Oaxaca!
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Editorial

¡Felicidades Oaxaca!

 


Hoy, nuestra capital está de fiesta. Como lo hemos publicado en las páginas de EL IMPARCIAL, El mejor diario de Oaxaca, la capital oaxaqueña cumple hoy 491 años de haber sido elevada a la categoría de ciudad, por lo que habrá un programa de festejos que, como ha sido tradicional, empiezan desde muy temprano. Según los datos históricos disponibles, en un 25 de abril, pero de 1532, por Cédula Real otorgada por el rey Carlos I de España, nuestra capital recibió el título de “Muy noble y leal ciudad”, llamándose primeramente Antequera, nombre que en el año 1821 fue sustituido por el de Oaxaca. Es importante subrayar que, a principios del Siglo XVI, se fundaron los pueblos -hoy barrios y agencias- de Xochimilco, Jalatlaco, San Juan Chapultepec y Mexicapan, cuyos fundadores fueron indígenas, aliados de los españoles, que acompañaron a éstos en la conquista territorial del sur de la Nueva España.

En 1535 fue constituida por decisión del Papa Paulo III, “la provincia eclesiástica de Antequera”, lo cual aumentó la presencia de religiosos. En 1536 los corregimientos sustituyeron a las alcaldías dentro de la organización administrativa. Para 1538 o 1540 se empezaron a erigir los cimientos de la catedral en el centro de la ciudad. Poco después se fundó el templo Lágrimas de San Pedro, conocido ahora como el Carmen Bajo. Para mediados del siglo XVI Oaxaca contaba con la ermita de San Juan de Dios y la capilla de San Pablo, creada por los frailes dominicos. A partir de la segunda mitad del siglo XVI, las condiciones económicas y políticas del Valle cambiaron notablemente. Antequera empezó un primer periodo de crecimiento continuo que duraría treinta años, el cual empezó a dar estructura urbana a la ciudad.

Vale la pena subrayar que la arquitectura novohispana que caracteriza a nuestro Centro Histórico ha sido objeto de muchos reconocimientos como lugar de Sitios y Monumentos e, inclusive, desde 1987, como Patrimonio Cultural de la Humanidad por parte de la UNESCO. No podemos omitir que nuestra capital sufre los efectos del abandono y la apatía; de la destrucción y la indolencia. Es urgente que los gobiernos se pongan a trabajar no sólo para darle la imagen que el turismo nacional y extranjero quieren ver, sino para restituirle a los propios oaxaqueños su ciudad capital, en su antaño señorío y dignidad. Se han dado pasos importantes, pero aún falta mucho por hacer.

 

INAI: Retroceso democrático

 

El Instituto Nacional de Acceso a la Información, Transparencia y Protección de Datos Personales (INAI), ha estado desde el inicio del gobierno de la llamada Cuarta Transformación, pero más en los últimos meses, bajo el fuego del descrédito y la descalificación desde el mismo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, como del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, y de los serviles legisladores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). No es un asunto menor atacar al órgano garante de la transparencia y la rendición de cuentas, a las que se niega el actual gobierno. Pero el hecho de su posible desaparición es un atentado abierto a la democracia, porque no puede haber tal, en donde los mandos de gobierno se niegan a rendir cuentas y hacer realidad el Artículo 6º., de nuestra Constitución, respecto al derecho del ciudadano de a pie a estar informado.

A los oaxaqueños esta escalada les es preocupante, habida cuenta de que los orígenes del órgano mencionado se ubican en 2001, en el llamado “Grupo Oaxaca”. Fue un grupo de académicos, periodistas y miembros de organizaciones civiles los que hicieron realidad esta demanda ciudadana. El INAI y los órganos garantes en los estados del país, no fueron ni han sido una gratuita concesión del gobierno, sino una conquista ciudadana basada en el derecho a saber. El gobierno de López Obrador está visto, va en contra de todos aquellos órganos autónomos que no se alinean a su política autoritaria ni a su discurso de odio, que dista mucho de ser el de un Jefe de Estado y de Gobierno, en donde se pretende que prevalezca la discrecionalidad y a opacidad.

La posible desaparición o desmantelamiento del citado órgano garante formará un hito en la historia del país, pues sólo gobiernos autocráticos, con perfil de dictaduras, son los que se niegan abrirse a la sociedad y dar cuenta de sus actos. La sociedad civil ha logrado triunfos importantes, avalado por una Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que, por fortuna, ha encontrado su razón de ser en la vigilancia de la impartición de la ley vigente en nuestra Carta Magna. Con certeza, habrá una defensa del INAI y de su propósito de ser un instrumento ciudadano, a quien acudir en busca de la transparencia en el ejercicio del gobierno. El pueblo de México no debe permitir este atentado autoritario, de un régimen que, enajenado en mantener su supremacía, se ha encargado de demoler todo aquello que lo obligue a rendir cuentas.